Pestañas

enero 19, 2012

Sobre el lenguaje soez y la pretensión de seriedad

Ya que mi reciente entrada generó muchas visitas, me encontré con un par de comentarios interesantes. De todas formas, en general responden mucho en relación a la discriminación que parece que sufrió la tan inocente Ines Perez Concha, lo cual comento brevemente exponiendo un par de puntos:

1. No me cabe duda de que Ines Perez Concha es una santa en su hogar y de cuica tiene poco. Ojo que al usar cuica no estoy hablando necesariamente de gente con plata, porque hay gente con plata que no es cuica. Pero si hasta salió en una foto tomando melón con vino, lo que denota su roce social popular.2. Por otro lado, debo insistir en un elemento que creo se les pasa al analizar toda esta situación: Es claro que laa Sita. Ines no es lo que salió en las noticias, y esto desde un punto de vista crítico respecto de los medios de comunicación chilenos. Lo que vimos de ella fue una caricatura, y sumado a todo lo que se creó alrededor del suceso, lo que yo critico no es a la persona en específico, sino a todo lo que significa una Ines Perez Concha. Lo que aparece en el análisis que hago es un estereotipo, si lo quieren ver así, y lo dejo claro en la última parte de mi entrada anterior.3. En base al punto dos, lo que se hace no es una discriminación en respuesta, es mi análisis respecto a lo acontecido lo cual, desde mi posición social, toma ribetes sarcásticos y lo reconozco: Es mi forma de operar. Pero no es discriminación inversa, porque no la estoy segregando ni censurándola de ningún espacio. Tampoco es bulling, no la estoy acosando. Tampoco la estoy lapidando. No la odio ni estoy descargando mis frustraciones en ella. Es una columna de opinión e intento analizarlo desde mi punto de vista, argumentando con la información que tengo disponible... 4. Uno tiene derecho a pensar lo que quiera: Pensar que las gordas son malas personas, pensar que los flaites deberían morir y que Piñera y Bachelet deberían autodestruirse. Esto es completamente válido y no debería reprimirse el odio, aspecto inherente a la experiencia humana. Lo que yo considero repudiable es actuar en consecuencia: Porque yo crea que mi vecino merece morir, no iré a matarlo. No tengo por qué violentar a otra persona si no es en defensa propia. Es así que yo puedo pensar muchas cosas, y de hecho tengo trescientos mil prejuicios, pero trato de no basar mis acciones y relaciones en ello.

Aclarados estos puntos, que podemos seguir discutiendo y de seguro serán entradas posteriores, creo que necesito sacarme una cosa del pecho que hace tiempo me viene dando vuelta.

Mis artículos, mis análisis y mis producciones materiales usualmente tienen groserías y lenguajes claros que todo el mundo entiende. Considero que es un estilo accesible y que quien me lea podrá escuchar no a un experto en nada, sino a un otro que no es tan diferente. He ahí mi desinterés por la seriedad literaria o el uso de códigos pacatos para escribir. Así hablo, así me expreso, y no por publicar en un blog que lee mucha gente voy a snobear mi discurso. No pretendo parecer intelectual, creo que no lo soy, y creo que no es necesario para articular cualquier tipo de discurso. 

Es más, considero que un discurso puede ser serio y no tener ninguna palabra o locución formal. No tiene, de hecho, ninguna relación una buena argumentación con la ausencia de groserias, garabatos, vituperios o como quieran decirle. No encontré sinónimos más cuáticos.

Faltas de ortografía, quizás de redacción, de sintaxis o qué se yo qué cosa no interesan (a menos que estemos publicando en una revista científica donde los requisitos de publicación son esos). Lo que sí importa y finalmente le da el caracter a la producción intelectual que se desarrolla es que la idea esté clara y se entienda. Esto puede ser ocupando un lenguaje informal, como yo, o utilizando reemplazos léxicos como lo hacemos todos y todas al hablar con nuestros amigos y amigas. Bajo esta misma lógica yo me pregunto: Si un ser querido se acerca a nosotros en busca de aliento, consejo o información ¿Debemos responderles con un lenguaje formal, serio, ordenado, y sobretodo sin groserías?. Si le digo a una amiga que debe dejar de aguantar que le saquen la chucha, porque ese weon que le da tanto coscacho es un cohadesumadre por ser un machista de mierda que merece morir, ¿Mi consejo es menos serio o pierde validez?. No lo creo. Es más, tiene mucha más condición de realidad que decir "Amiga, ese hombre con el cual compartes tus días y que te violenta tanto física como sicológicamente está haciéndote daño. Debes, de inmediato, alejarte de aquel estímulo pues no aporta nada bueno para tu vida y tu salud. Él debería fallecer" ... NO ME LA COMPRO NI YO, y probablemente no es lo que mi amiga necesita oír para entender. No estoy elaborando un diagnóstico médico ni un informe que presentar para un estudio de caso, estoy hablando con mi amiga. Así mismo, al escribir esto tampoco pretendo una publicación formal en Sociedad Hoy ni otra revista de ese estilo: Me estoy acercando a Uds., mis lectores y lectoras, que viven la vida de una forma similar a la mía y tratan a chuchetadas a sus compadres y comadres. 

Por otro lado, ¿No creen que constituye un acto de autocensura el no permitirse un lenguaje soez? ¿No consideran que es una profunda mentira el hecho de presentarse ante el resto como alguien que, cotidianamente, no es es?. Varios autores que no recuerdo en este momento pero que fueron citados en el libro El Almuerzo Desnudo de Burroughs, hablan de cómo corregir la ortografía constituye un acto de censura, ¿Cómo no lo va a ser negarse la verborrea habitual y cotidiana?

En definitiva, lo que escriba no tendrá más seriedad ni validez ni verdad porque lo haga con menos groserías y con más locuciones intelectualoides. Me cago en ello.

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