En general, los tipos de validez están siempre relacionados con la medida
que se utilizó para obtener los datos en la investigación. Partiendo de esta
idea es que, antes de someter a validación el producto de la investigación, es
necesario revisar cada uno de los pasos que se han llevado para producir el
conocimiento científico esperado. De hecho una de las ventajas que la validez
de los datos construidos asegura, es la reproductibilidad y la falsación del
trabajo investigativo, posibilitando la proyección y la superación de productos
científicos anteriores.
Si bien puede sonar reiterativo dada las discusiones anteriores, el papel
de la bibliografía y del campo son protagónicos en el proceso de validación de
una investigación. Si no se conoce en profundidad el terreno y no se ha
revisado la literatura existente de forma exhaustiva, la información que se
recolecte y los posteriores datos con los que se cuente no serán ni válidos ni
confiables, pues puedes estar fuera de foco, desactualizados o incluso el
fenómeno mismo puede terminar malinterpretándose. Esto pues medir información
que no se observó detenidamente o utilizar conceptos que no se relacionan con
el fenómeno encontrado en el campo llevará a elaborar conclusiones que no
construirán nuevos nichos investigativos, sino que desembocarán en un callejón
que de poco servirá para la comprensión de la sociedad. Si bien se cumpliría
con los dos últimos criterios que Barriga y Henríquez (2005) han acuñado para
dar cuenta de cómo se construye el conocimiento científico, (la rigurosidad y
sistematicidad de las observaciones) sería un traspié en la exposición final
del trabajo.
Otra situación en la que la construcción de datos válidos se hace
necesaria es a la hora de tomar datos secundarios (descripciones anteriores de
fenómenos a los que ya no somos capaces de acceder). Por ejemplo, si necesito
hacer una revisión histórica de alguna situación en particular tendré que
someter a juicio el trabajo interpretativo de otro autor, paso que por tiempo o
confianza no suele hacerse entre los aprendices de sociología. Se ha
cuestionado en otras sesiones la excesiva fiabilidad que se tiene para con
trabajos anteriores, pero los métodos que se ocuparon para elaborar tales datos
y, más aún, las conclusiones que se ocupan es algo que se deja de lado.
Si pretendemos contribuir a la producción científico y al avance del
conocimiento humano se nos hace necesario asegurar la validez de lo que estamos
construyendo, tanto para entregar un producto bueno como para que este producto
realmente sea útil para avanzar en la comprensión de la realidad. De cierta
forma, la rigurosidad y la sistematicidad constituyen elementos éticos que todo
investigador e investigadora deben aplicar a lo largo de toda su carrera.
--
Barriga, O. y
Henríquez G. (2005). Repensando el conocimiento y la ciencia para la
investigación social del Siglo XXI: algunas reflexiones preliminares. En
Cuadernos de Trabajo Social, Nº 1 (pp. 48-54). Concepción, Chile: Universidad
San Sebastián, Chile.
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