Hoy nace mi sobrino.
Sip, en medio de fuegos inapagables, calores sofocantes y languidez añonuevística.
Gente ha perdido todo su esfuerzo en llamas que arden y siguen ardiendo y arderán un rato más. Así, sin mucha parafernalia se consumen años de dolores de espalda, de cabeza, cansancio, frustración... Así, sin más. Se reciben donaciones para aquellos damnificados. La red viraliza grupos de ayuda, información pertinente, datos que nunca están de más.
Al mismo tiempo, y a raíz de lo anterior, como si el universo hubiera predicho tanta calamidad calurosa, los últimos días han sido para morirse de un sofoco. Señoras quejumbrosas se abanicaban la calore y pequeñas niñas sudaban en la entrepierna, sin saberlo. Es verano y se ha hecho saber. Es un año nuevo.
Lo sé porque aún me duele el cuerpo de trabajar esa fiestera noche. De las diez hasta las siete de la mañana, parado, fumando, atendiendo y derramando bebidas que rápidamente iban deteriorando el aspecto de los asistentes. Me descubrí impaciente, y eso me enamoró. A pesar de lo nostálgico de la serie que veo, una especie de recuerdo corporal me empujó hacia una pequeña locura que me dejó bien satisfecho de mi mismo. Ahí, en una esquina...
Y entre todo esto, entre un día caluroso de estudio y proyección académica, mi padre y mi madre esperan las nueve de la noche para mover sus culos y partir a la clínica. Yo quería estar desde temprano. Hoy estoy emocionado por esa piruja de humano. Hoy. No ayer, hoy. Hasta ayer era una posibilidad, y la verdad es que en este momento lo sigue siendo, pero está a punto de ser un hecho. Seré tío y él mi sobrino, y podré retarlo y hacer cosas de tío con él.
Yo creo que viene a puro ponerle más boniticidad a la vida, es como un golpe de energía que se hizo esperar para -finalmente- recordarnos que no todo está perdido, que aunque esas familias perdieron casas, frazadas y recuerdos, pronto estarán de vuelta en un hogar. Y no quiero sonar imbécilmente optimista, es sólo que ese es el mensaje que deja un nacimiento.
De todas formas hay mucho por hacer, y si llega otro invierno y esa gente está sin casas seré el primero que pise las calles con un cartel, solidarizando y exigiendo lo mínimo: dignidad. Y mi sobrino tendrá que aprenderlo también, porque la vida sin empatía es una vida oscura.
Tendrá que aprender que el voto no es la única manera de expresarse. Que la leche fría es más rica que caliente. Que el amor es libre, que se comparte con el mundo entero. Que Chile está cruzado por grandes transnacionales y que no toda la comida redonda y brillante es sana. Que para producir dos kilos de carne faenaron en condiciones paupérrimas a nustras hermanas, las vaquitas y que la tierra no es nuestra, nosotros somos de ella. Tendrá que aprender que las promesas se respetan, y que la puntualidad es una forma de evitar el egoísmo. Que más que tener es importante ser y que para ser respetado hay que respetar. Que cuando quiera algo tiene que hablar y hacerlo fuerte y claro, que su vida la construye él y que para hacerlo debe ser determinado y perseverante. Que las cosas no llegan a nuestras manos sin trabajar junto a otros para obtenerlas, que lo que cuesta se disfruta más y que la vida no es una selva ni una guerra.
Tendrá que saber que mientras escribo esto me pregunto cómo será sostenerlo, si lo amaré apenas lo vea, si me cambiará la vida ser su padrino y si se reirá cuando le haga muecas. Que estoy emocionado porque viene.
Tendrá que saber que vino en verano en medio de calurosas desgracias, casi como para entregar buenas nuevas. Que vino a alegrarme el día y que gracias a él me dan ganas de trabajar el triple para estar ahí cuando necesite de mi ayuda y que, mientras tanto, estaré pendiente de esas familias que perdieron todo, porque hoy gano un sobrino... Otra motivación.
Colorín, me has emocionado, es exactamente lo mismo que sentí cuando nació porotito. La tialdad la lleva :)
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