Pestañas

diciembre 18, 2020

11.03

Me mirabas con miel en los ojos,

y eso que no te gusta la miel.

Te besaba el cuello cada vez que podía,

a pesar de tus cosquillas y tu odio a la melosidad.

Te dejé conocer mi laguna y mi lava,

y dejaste que me colara en todos tus recovecos.

Nos resistimos, más que la mierda,

pero nos dejamos ganar.

julio 23, 2019

Crónicas Laxas III y IV

Me pregunto harto si la danza será algo en concreto o no, porque si en efecto lo es puede que nos estemos haciendo preguntas sin mucho estudio, y por mucho que lleguemos a una respuesta personal, alimentar tanto individualismo en el pensamiento sobre el arte no nos va a hacer bien.
Crónicas laxas IV

Igual interesante como las nuevas categorías identitarias deseables en el mundo del trabajo (innovador, emprendedor) se transforman de meros descriptores a valores, y cómo van generando su opuesto semántico (tradicionalista, dejado) que configura identidades marginales, periféricas, empobrecidas. Es, sobre todo, interesante ver cómo se van traspasando estos valores al mundo de la gestión emocional. Cómo finalmente quebrar con la tradición a toda costa, desechar la historia como elemento imprescindible para construir, incluso ser apático con el disentimiento se vuelven maneras elementales de relacionarse con el mundo.
Crónicas laxas III


junio 05, 2019

Apócrifo I, II y III

(I)


No nos pusieron en sus evangelios.
Nos dejan solitarias, mudas,
iluminadas con tonos de aurora boreal,
de infierno invernal,
destellos de dudas en la playa.
Nos silenciaron bajo esquemas de cuerpos deformados.
Nos apretujaron en categorías de las que ya estamos cansadas.
Y en nuestra mudez ardiente,
desde nuestras dudas boreales e infernales,
nos llamamos a nosotras mismas.
Nos pusimos nombre.
Nos dimos el espacio en el equinoccio,
con mercurio retrógrado,
con el cambio de horario,
con las náuseas de la mañana,
con arena en los tímpanos.
En medio de sus castigos de pecado
hicimos gárgaras y muecas,
endiosando nuestras deformidades.
Bailamos en sus ruinas,
y nos reímos de su solemnidad.
Ámen.

(II)


Periferia, margen, límite, borde.
Callejones con salida,
con saliva,
partos sin sangre,
pactos de voz.
Resonamos en pared de risa
y la rabia,
y pena,
y vergüenza que nos sacudimos.
Que creemos sacudir.
Y es que allí no hay bordes.
La escena marcada por las horas,
los días de la semana,
este calendario gregoriano.
Ilusiones que decimos desafiar.
Antes me gustaba la rima.

(III)



Multiplicidades.
Nos deformamos a la luz de la luna,
como el hechizo primero.
En medio de las voces
de la noche,
en medio de los cuerpos
de la oscuridad,
entre el frío y el estupor
hacemos show lo que preocupa,
fiesta lo que duele,
escena lo que tenemos dentro.
Y despertamos de madrugada
como si el tiempo se hubiese borrado,
sólo para sentir la transfiguración,
la mutación de los sentires,
los silencios ensordecedores de nuestras propias almas gritándole al vacío.
Y la luna en el cielo,
imperecedera.

--
Poemas parte de "Escrituras Periféricas" para Apócrifo, Colección de Visiones Alteradas

Sobre el deseo de danzar

Uno de los primeros discursos que mi danza tuvo fue el discurso erótico, el cuerpo deseante, el lenguaje de lo que llamábamos conquista y coqueteo. Era repetitivo, y estaba lleno de códigos patriarcales. Era monótono. Incluso monólogo. Lo único que importaba era mi placer y mi expresión. Difícilmente pensaba en construir algo con unx otrx, en desafiar mis entendimientos, en crear mundos nuevos. Me costó salir de ahí, me costó inventar nuevas formas, cambiar mi danza, descubrir mi cuerpo y las conexiones que propone el peso, la alineación, el soporte: reentenderme en el movimiento desde otra perspectiva. Me costó y me sigue costando salir de mi mismo para imaginarme desde fuera. Pienso que esa traslación aún sigue ocurriendo, aún sigo descubriendo formas que evocan mundos nuevos. No hay ningún último momento porque la dialéctica es un poco así parece.
Pero cuando cambié de perspectiva, aparecieron claras las formas viejas, como un recurso al que recurrir por decisión. Ese cuerpo deseante siguió deseando, pero ya no otros cuerpos, ya no desde lo erótico, al menos no sólo desde ahí. Y se me empezaron a cruzar ideas locas sobre el amor, sobre el ego, sobre la libertad. Comenzaron a aparecer preguntas para las cuales sigo sin tener respuesta. ¿Amar de a tres? ¿De a 36? ¿Se puede? ¿Y si no? ¿Me duele no ser atractivo para quien me interesa? ¿Qué tal andamos de autoestima? ¿Eso se nota cuando bailo? ¿Cómo bailo cuando bailo? ¿Qué bailo cuando me muevo? ¿A qué le llamo creatividad? ¿Cuáles son sus motores, sus impulsos, sus fuentes? ¿Si el mayor acto de creatividad es el nacer, no es todo lo que sigue un descenso lento hacia la incapacidad de imaginar? ¿Como se vive la libertad en ese proceso? Y así, aún hoy, más preguntas.
Al final del día, mientras más entiendo, más cuestionamientos. Más autocrítica, más autoobservación. Menos conforme me siento, más me movilizan las ganas de bailar mejor. Y es que ya no entiendo que bailar mejor es bailar “bonito”, tener la mansa técnica, poder hacer la acrobacia más peligrosa de todas. Bailar mejor es bailar sin hacerme daño, ni física ni emocionalmente. Es bailar auténticamente, bailar quien soy. Brillar cuando hay que brillar, y a veces agachar el moño y saberme siempre principiante. Siempre aprendiz. Y tropezarme en ello igual, creerme lo máximo y sentir que nada es suficiente, que puedo dar más de lo que me piden, que me subestiman, solo para volver a mi y sentirme y saberme en el eterno proceso de mejorar, hasta volverme transparente de lo vulnerable sin siquiera estar desnudo. Hasta entender que la escena no es tan distinta de la vida, porque la escena es la vida misma.
Hasta entender que sigo descubriendo-me.
Hasta entender que el deseo es volátil.
Hasta entender que la magia se confunde más a menudo de lo que queremos con lo intrascendente.
Hasta entender que si no lo vivo en el cuerpo, me lo puedo inventar desde la mente. Pero será eso:
Pura mente.
Y será bello.
Estético.
Técnicamente perfecto.
Pero no será real,
y no conmoverá a nadie.
Y eso ya no me interesa.

marzo 08, 2018

El espíritu de la década

" Una organización social no es una creación del espíritu, sino un hecho que el observador debe limitarse a analizar y explicar. "
Esta cita no textual, asociada al pensamiento de Claude Henri de Saint-Simon, es algo que a veces algunas personas, sobre todo los millenials, olvidan. Pero también la generación que vivió su juventud en dictadura. La inacción y el desinterés es algo que hace eco en estas dos generaciones, y se refleja directamente en la participación de la vida política del país.
La cita que comparto se escribió a fines del siglo 18, y aún hay gente que sigue pensando que los asuntos de las ciencias sociales son "etéreos". A veces veo en mis círculos una comprensión que intenta ser más certera de la realidad social, una mirada histórica y materialista de los fenómenos sociales, y otras veces me encuentro, cada vez con más frecuencia, con justificaciones esencialistas, ebulliciones de esencias que no tienen lógica ni sistematicidad, apelaciones a percepciones que hoy son tiranas, que reclaman legitimidad sólo por existir como ocurrencias. Sinceramente, creo que nos hace mal abrazar con tanta liviandad reflexiones ligeras.
Y aquí me quiero detener un momento, ya que las reflexiones ligeras adolecen justamente de aquello que Saint-Simon intentaba rescatar: Un ejercicio filosófico que deje de utilizar como base la metafísica y se centre en lo "positivo" de la realidad social. Si bien superamos hace tiempo el positivismo (un guiño ahí para la gente de la sociología y las ciencias humanas), sabemos que es necesario rescatar la tradición científica de observar el mundo y poner el foco en aquello que es lógico, que luego del falseo y la contrastación y cualquier otra herramienta filosófica pertinente, nos permita encontrar respuestas concretas a nuestras interrogantes. Insisto: Eso implica alejarse del primer intento e insistir, darle vuelta a la cosa, de verdad probar nuestro razonamiento. El espíritu actual de la reflexión social, sumida en la relativización posmoderna, está flojo. Bien flojo.
Muchos y muchas dedicaron sus esfuerzos en teorizar la sociedad. Tantas personas concluyen que el rol de las y los intelectuales es preponderante en el desarrollo de una sociedad más justa y digna, que no podemos ir por el mundo desconociendo la necesidad de pensar y valorar la razón. No se trata de que la emoción es objeto secundario de nuestra revolución, por favor, quienes me conocen saben que es básicamente a lo que me dedico, pero la razón, ese artilugio que nos permitió hacernos de valores revolucionarios como la libertad, está aquí para darnos respuestas, no para enjaularnos. Apelar al "academicismo" cada vez que se hace un esfuerzo por interpelar a la realidad, por hacerla dialogar con la razón y la lógica, incluso con construcciones teóricas que en efecto proveen conclusiones liberadoras es dar jugo. En serio, dar jugo.
Y entre toda esta arremetida de la relativización de todo, del cuestionar porque sí, es que hemos perdido la garra transformadora. En el contexto local, la dictadura nos dejó la cagá y el desinterés por miedo parió la ignorancia voluntaria. Nos atontaron. Nos convencieron de que abstenerse de participar en el desarrollo político del país, no pensar, buscar gratificaciones a toda costa y duren lo que duren es suficiente. Y así la inacción. Nos toca, compas. Nos toca la urgencia de recuperar la conducción del devenir, la convicción de que las transformaciones dependen de cada una y uno, dependen de que las pensemos y rimemos reflexión y acción. Nos toca este desafío, y no podemos fallar. Nos toca mirar hacia atrás y comprender la historia para, en serio, de verdad, de una vez, no repetir más los mismos errores. Para que nunca más.
A hacer lo que hay que hacer.

diciembre 30, 2017

No puedo ponerle título

Era un 2012 asqueroso. Arrastraba conmigo lo peor de mis días, puras decepciones y desencuentros, lejanías y odios que me pesaron mucho después de tu partida, de mi quiebre, de mi error.

Venía de haber pensado vivir en Santiago, de haber pasado unos meses en el descontrol, en lo más oscuro de mi devenir. Venía de quebrar mis relaciones, de quebrar todo en la búsqueda de mi independencia, de buscarme y terminar perdiéndome. Venía de estar completamente amarillo. Entre medio de eso te agregué a Skype. Y no nos detuvimos más.

Aún guardo muchas conversaciones, muchas sensaciones, aún atesoro las tantas declaraciones que me pillan de vez en cuando midiendo con eso lo que espero de quien te suceda.

Fui tan weta.

Domestícame. Eso te pedí, y supiste hacerlo entre nubes de algodón de una melosidad casi irreconocible, porque nunca fue realmente meloso. Era amor, con todas sus letras. Nos encantábamos. Mirarte era de otro mundo, era encontrarme perdido en tu alma que resonaba fuerte con la mía. Domestícame, te dije, y nos contamos cuentos, nos dedicamos canciones, nos esperábamos para escucharnos, para conversarnos el día, para sentirnos presentes. La magia de saber que lo que llevo en la mano fue también un símbolo para ti. La magia de creer -¿o saber?- que todas nuestras decisiones nos habían llevado a estar ahí, virtualmente conectados y enamorándonos perdidamente del otro.
Y te dije que no podía. Que no entendía. Que nos detuviésemos porque sentía crecer en mí un sentimiento que no sabía si podría aguantar., que ya lo había vivido antes y sabía cómo terminaba. Y tú, hermoso tú, luminoso tú, pura esperanza. Tú, por primera vez, TÚ.

I'll help you see it through 'cause I just really want to be with you

Las ganas de besarte, de encontrarme con tu cuerpo, de fundirme en tus brazos eran infinitas, y no iba a dejar que ésto se volviera igual de virtual que mis miedos. Cumplí años y viajé, viajé a verte, viajé a besarte, viajé a estar presente, a decirte que arriesgaba todo. Viajé y nos convertimos en esas personas que se miran el alma, que se encuentran antes de tocarse, de esas personas que uno envidia, que de tanto amor contagian. Cocinar contigo, caminar contigo, cantar contigo, conocerte más, descubrirte, recorrerte, tenerte encima y entibiarme con tu suspiro en éxtasis. Me tenías completo, pleno, dócil por puro amor, rebelde por puro amor.
Viniste tú. Me encontraste tú. Caminamos, conociste mi pieza, ¿recuerdas las puertas de mi clóset?. Y los recuerdos se acumulan: El chaleco que me regalaste, el llavero, Jake, el café. Tus dibujos, tus declaraciones en papel que aún conservo. Lo mejor de ese año fuiste tú, de seguro. Así te recuerdo. ¿Recuerdas que fuimos arena y viento? ¿Recuerdas, como yo?
Falafel.
Pero no podía más. Tres regiones de diferencia pesan, tarde o temprano. Tus ganas de besar otros labios, de conocer otros cuerpos, legítimas ganas de conocerte a ti mismo en este nuevo momento de tu vida no podían incluirme. Y lo entendí completamente. No podía hacer otra cosa que dejarte ir, que amarte libre. Verte feliz, esa era mi misión, ¿recuerdas?. Y llegó un nuevo año, sin un nosotros que pronunciar.

28 de enero, 2013
"Siempre me va a seguir importando lo que te pase"

11 de febrero, 2013
"Sigues siendo parte importante de mi :)"

No aguanté más. La posibilidad de vivir en Santiago, cerca tuyo, cada vez más cerca, me alentó a buscarte, a creer que los catorces de febrero son mágicos, que pueden resultar cosas hermosas si la intención se alinea con el cosmos, si de verdad creemos que podemos urdir un cuento donde nosotros le ponemos el final. Y fui, te busqué, y te encontré, y nos vimos. El globo, ese maldito globo que aún conservo junto a mi postulación a ese magister maldito. Ese carrete.

Ese carrete merece un capítulo por sí sólo.

¿Recuerdas lo mucho que deseábamos bailar juntos?

¿Recuerdas lo mucho que deseábamos encontrarnos las miradas?

¿Recuerdas lo mucho que nos deseábamos?

¿Lo recuerdas como yo?







Y de aquí todo en picada.







Te amaba. Por favor, créeme. Te amaba con toda mi existencia, aunque nunca te lo haya dicho.



Te amaba y cuando supe que nada de mis planes tenía un buen final...


Cuando supe eso me perdí...


Y quise destruir todo...

No entendí...

Cómo...

Pero lo hice...

Te destruí.

Era Abril y te destruí.

Y

me

pesa

tanto

tanto

tanto.

TANTO.








En mi pega, un niño cita a Hora de Aventura.

Me faltaron tantas canciones que dedicarte.

Leerte era morir.

Las noches eran mares. Sólo desesperanza.

Era Agosto y aún me ponía nervioso pensando en tí.

Mandé a hacer una polera para ti. Nunca te la envié, no pude. No pude. No sabía nada.
Te buscaba en blogs, en fotos, en recuerdos virtuales. Te leía una y otra vez. Me preguntaba cómo podía haber sido tan imbécil. Me preguntaba una y otra vez por qué, qué mierda me pasaba en la mente. Me preguntaba, y la única respuesta era terrible. Se me hace un nudo en la garganta recordarlo. Tuve ganas de hablarte cuando mi mamá recayó al hospital. Tuve ganas de hablarte tantas veces. Pero no pude. No pude. Seguí escribiendo, como narrándote mi vida. Explicándome y convenciéndome de que no era una mala persona. Pero me costaba tanto creerlo.
Intenté tener otras relaciones, pero todos se daban cuenta de que tenía algo pendiente. Esperaba tanto que fueras todo lo feliz que no pudiste ser conmigo...
Y pasó un año.
Tanto cambia en un año.
Imagina cuánto en dos.
Y en tres.

¿Supiste que viví en Valparaíso? Como queriendo cruzarme contigo. Fui a buscarme, a recoger mis pedazos. Me busqué en los miradores, en el puerto, me busqué en la costa. Me busqué en el metro y todo su recorrido. Me busqué en los cerros. Me busqué, y me costó, pero me encontré.

De a poco.

Muy de a poco...

Muy, muy de a poco volví a rimar.

Volví a rimar.

Después de cinco años, lo último que escribí en Jake es lo último que dejo en esta entrada. Me ha costado tanto, Jaime. Y es que te amé con todo lo que tengo. Somos otros ahora, pero te guardo como el recuerdo más cálido de todos. Espero, con todo el corazón, que seas feliz y lo más luminoso siempre te acompañe, incluso en la noche más oscura. Espero que rías con la guata, que llores con el alma, que estés viviendo la vida como mereces: Plenamente.

Te debo un perdóname.
Eso sí que lo sé.

Lo que no sé, es si
lo quieres escuchar.

Pero por si quieres, 
por si alguna parte de ti lo necesita,
de verdad, desde muy dentro de mí,
Jaime,

PERDÓNAME.

octubre 25, 2017

De eso se trata, lo prometo

No se trata de esperarte,
ni de soñar que un día, que tal vez,
que quizás, que quién sabe.
No se trata de soñarnos ni se trata de mi paciencia.
Tampoco se trata de todo lo que comprendo,
todo lo que puedo contener.
No se trata de refranes ni dichos populares,
no se trata de las islas que lo lloran todo solas.
No se trata del silencio, del abismo, la distancia,
no se trata de lo frío, lo indiferente,
definitivamente no se trata del amor romántico.
No se trata de lo que pasa cuando hay tanta gente al rededor que no tiene idea.
No tiene idea.
No tiene idea de qué se trata.

Porque se trata de ese "¡Quiero saber más de ti!".
Se trata de la magia que aparece cuando nos miramos en medio de la gente, sin que nadie sepa que nos estamos mirando, porque no nos miramos con las pupilas.
Se trata de la luna camino hacia la fogata,
se trata de tu pan multisemillas y tu pie de naranja.
Se trata de esa noche en mi pieza,
se trata de ese poema que me leíste antes que a nadie.
Se trata de la paella, la chirimoya,
se trata de la silla hecha de roca.
Se trata de tus nervios, tus confesiones,
se trata de nuestros besos.

Se trata de nuestros besos.

Se trata de ese beso que me diste sin pensar.

De eso se trata, estoy seguro.
Y todo lo demás se ordena sólo,
a su tiempo, cuando corresponde.
Se trata de sanar. De eso se trata. Eso se intenta.
Y se sana. Lo prometo.
Es la única expectativa a la que me aferro.

julio 03, 2017

Crónicas laxas II

El viento me acarició la oreja,
los perros ladraron suavemente lo que salió de tu boca,
el mar seguía sonando estruendosamente tranquilo,
la tierra era ya barro en mis manos,
el calor de tu aliento entibió mis piernas frías,
el vibrar de tus palabras remecieron la vereda de nuestros pasos,
y seguimos caminando.

junio 19, 2017

Cavilaciones sobre inteligencia emocional

Para resolver conflictos, construir lenguajes emocionales que permitan nutrir nuestras relaciones humanas siempre será un desafío. Si es que nos importa resolver estos conflictos y convertir estas relaciones en espacios trascendentales de desarrollo, este desafío será ineludible.
En cada amistad, en cada relación familiar o amorosa habrá que construir significados y objetivos comunes si es que se quiere superar un conflicto, desacuerdo o desentendimiento. Es frente a la posibilidad de construir ese lenguaje común, frente a la posibilidad de encontrarse en el desencuentro, que uno podrá decidir si horizontalizar el proceso y construir juntos, o generar asimetrías donde lo que termina ocurriendo es una superposición de necesidades en donde las de uno son satisfechas por la disposición emocional del otro, producto de este vago entendimiento de la situación problemática, todo a raíz de la diferencia de significaciones no ajustada inicialmente.
Sin ofrecer la posibilidad de confirmar, aclarar, ajustar o corregir, la vaguedad es la que opera y de ahí la asimetría. En suma, si esta asimetría se mantiene en el tiempo, inevitablemente se convierte en una relación de abuso. Con todas sus letras. Y si pensamos que esto es posible dentro de una relación familiar, amorosa o amistosa, invito a revisarnos. Personalmente tengo cero tolerancia para ello.

junio 12, 2017

No voy a ser de esas personas

Cuando estaba en la universidad yo era un pollo. Quizás lo sigo siendo aún, pero recuerdo que antes mi nivel de compromiso con los espacios a los que asistía era tambaleante. Esto igual se debía a que no entendía mucho lo que sucedía en esos espacios, cómo se proyectaban, cómo repercutían las cosas que hacíamos en la vida de quienes participaban, etc. Todo ese conocimiento, cuando tuvo que ser aplicado, me sirvió para encontrar el motor para la dedicación, encontré fácilmente el nicho del compromiso y me movilizó la voluntad nutrida de estos dos elementos.
En un mundo como este, encontrar cosas apasionantes es difícil. Una vida llena de obligaciones se nos impone desde que nacemos: Obligaciones en torno a lo estético, lo sexual, lo pedagógico, lo familiar, luego en lo académico, lo laboral, y el ciclo vuelve a repetirse y entrecruzarse una y otra vez incansablemente hasta que, si tenemos suerte, podemos disfrutar de lo que la mísera pensión nos permite disfrutar. Quizás en ese momento podamos dedicarnos a lo que nos apasiona, porque el mundo no nos deja tiempo y nos consume de a poco. Al menos así es para la mayoría.
Cada vez que voy sumando números a mi torta de cumpleaños voy teniendo menos tiempo para hacer cosas entretenidas. Si antes no sabía qué era lo que me apasionaba, ahora, de saberlo, el tiempo se me hace poco. Pero quiero aprovechar cada momento libre para hacer lo que me apasiona, o buscarlo en caso de que no lo tenga claro. Hacer las cosas sin pasión es triste, lamentable y la verdad es que prefiero no hacerlo si es que realmente no me mueve las entrañas.
Así, hoy, en cada espacio en el que estoy lo doy todo o, al menos, lo intento con todo. Tengo ganas de funcionar así porque lo que estoy haciendo me apasiona. Entiendo que no es una obligación ocupar mi tiempo en organizarme, en traer al presente aquello que quiero que ocurra en un futuro, discutir y alimentarme de los conocimientos y habilidades de quienes me rodean, crear y construir otros nuevos espacios donde puedan darse todas estas cosas y más. A veces tengo mucho tiempo, otras veces no, pero el que me apasione lo que hago hace que me obligue a cumplir porque el compromiso que construyo para mi con esos espacios es así de fuerte, así de trascendental. No quiero llegar a viejo y arrepentirme de no haberlo dado todo en todos los aspectos de mi vida. No voy a ser de esas personas.

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