Pestañas

diciembre 01, 2012

Diferencias entre la Vedettón y Mister Teletón

En lo personal, el show mediático completo de una Teletón que tiene poco de solidario y caritativo, y que en realidad funciona simplemente para generar publicidad barata y crecimientos desmesurados del capital de multitiendas, hypermercados y diferentes marcas transnacionales me importa bien poco. Me molesta, de hecho, que sea un mal necesario, pues lamentablemente en Chile los legisladores no legislan, no trabajan, se ausentan y, peor aún, no representan a la ciudadanía sino que prefieren defender sus cuotas frente a los grupos económicos nacionales e internacionales. Dicho ésto es que el siguiente artículo se presenta no como una crítica a la puesta en escena de Don Francisco, sino a una situación que se da dentro de este gran show.

Las estrategias comunicacionales que la Teletón tiene para motivar al público son diversas y me parece que, como evento publicitario funciona perfectamente: Las grandes brands se pasean por su escenario pavoneando su hipotética solidaridad. Entre estas estrategias está el bloque de humor, las historias de vida, Mister Teletón y la famosa y ultrajada Vedettón.

Insisto: Como venta de ideas funciona excelente, y el rating es elevado siempre. Pero la Vedettón tiene algo que me hace ruido, y en esta entry pretendo identificar exactamente qué es. Partamos desgranando el choclo, porque no puede ser simplemente la inclusión del desnudo en la televisión  No soy tan conservador como para no disfrutar de un lindo cuerpo, de unas lindos senos y unos glúteos trabajados. Por favor, las señoritas Ríos, Borghi, Bustamante y todas las que les siguen en la lista hicieron de sus perfomances un verdadero ejemplo de belleza occidental, colores, luces y gritos efervescentes. No voy a ser tan mojigato como para decir que no me encanta a exhibición pública de cuerpos que inspiran deseo. A esta sociedad le falta liberarse de su acartuchamiento y empezar a entender que el cuerpo desnudo no tiene por qué ser objeto único del arte, sino que la vida cotidiana ansía deleitarse con protuberancias, firmeza y erotismo.

Y así dejamos de lado de un principio a la desnudez. Pero, si no tiene que ver con ésto, ¿qué más?

En el afamado Mister Teletón tenemos a varios hombres, todos mayores de edad, mostrando sus aptitudes viriles. Ya no es ni un mito ni pertenece a áreas reservadas el hecho de que para ser un “hombre sexy” no se necesita acarrear grandes troncos, mostrarse tonificado y apretadito ni poseer exuberantes abdominales. Usualmente las características masculinas difieren tanto de uno a otro hombre que, por ejemplo, Longhi y Camus desfilan en boxers dando un entretenido espectáculo, dejando por el suelo el supuesto de que el six pack, la sonrisa sexy, la postura erecta y el saludo tímido son los atributos de un candidato al premio mayor. Ni siquiera el ganador, Marocchino, salió con la pose de un adonis: Broméo, bailó, mostró sus tonificados músculos en medio de movimientos más graciosos que sexys y luego salió tranquilo de la pista. Y es que ojo, las juradas exigen simpatía y humor como elemento principal, no el esbelto cuerpo de una estatua griega, a pesar de los toqueteos que tuvieron estilo y fueron graciosos y sensuales, agradables.

En la Vedettón, que se muestra casi a las 5 de la mañana, a diferencia del show anterior que se hace en horario para todo público, opera un reglamento totalmente distinto: La candidata debe mostrarse fiera, gatuna, curvilínea, esbelta, tetona y potona, ojalá guiñarle al jurado, bailar sensualmente, tocarse con los bailarines y levantar la pierna, pero por sobretodo, quedarse con la menor indumentaria posible procurando desnudarse completamente. Luego debe quedarse a la mirada de un auditorio expectante y enardecido para saltar, mover la colita y besar a tanto hombre como se le ordene.

¿Ven las diferencias?

¿Qué hace que un show sea tan distinto al otro? ¿De verdad le ponemos color con esto de que a las mujeres se les trata violentamente? ¿Deberíamos molestarnos por ésto o mantener silencio y dejar que la gente disfrute?

Partamos por lo básico: Nadie puede decirle a la otra persona qué pensar, qué hacer, por qué reirse y cuándo callarse. Quisiera explayarme más en este punto ya que la idea de la falsa tolerancia abunda después de un Movimiento Estudiantil que ha puesto en la mesa todas las desigualdades, injusticias y mentiras que la realidad nacional encubre, silencia y la sociedad civil prefiere no escuchar para vivir más felices o “porque siempre ha sido así”. Lamentablemente hay mucho que decir sobre la falsa tolerancia, pero la conclusión que se nos debería grabar es la siguiente:

Si yo expongo mi opinión al resto, debo ser suficientemente inteligente para saber que estoy iniciando comunicación, por lo que de seguro recibiré opiniones de vuelta. Pedir respeto intentando acallar críticas es como pedir que la ola no nos moje en el mar porque queremos disfrutar sólo del agua.

Dicho ésto, a mi me molesta de sobremanera que los espectadores no comprendan la diferencia... cómo decirlo... simbólica, entre lo que acontece en un escenario y lo que sucede al detenerse la música. Y pido la ayuda de los y las enteradas en esta diferenciación para que me expliquen seriamente el switch, pero por ahora me dedicaré a intentar describirlo fehacientemente.
Y es que no puede ser tan complicado de entender que una performance como la de las candidatas en la Vedettón pretende estimular y generar placer, claro está, pero ese placer es visual. No importa la música, no importan los bailarines y probablemente no importa el color del atuendo de la protagonista. Importa que se vea sexy y que cumpla con los requisitos que mencionaba más arriba. Hasta a mi me parece atractivo y agradable hasta este punto. El topless, la diminuta cubierta de la señorita de verde y la mirada de gatúbela de las participantes es, por lo bajo, excitante. Pero termina la música y se suceden una serie de momentos asquerosamente incómodos que tienen que ver, yo creo, con la imposibilidad de la audiencia -sobreexcitada- de comprender que acaba de terminar la performance y no es necesario que le pidan quedarse. No es un lapdance ni la exhibición de artefactos de placer: Es una persona, una mujer la que mueve las caderas sensualmente en un escenario.

Ahora, estoy seguro que a varias de las participantes no les molesta saltar, mover la colita y quedarse a que las miren depravadamente o que las abracen. Pero a mi me produce una sensación de incomodidad asquerosa. Son mujeres que libremente acceden a jugar el papel de juguetes sexuales, de cuerpos vacíos, de cosas. Es lamentable, pues terminan siendo víctimas igual.

Por otro lado, el argumento que versa “ellas saben a lo que van” me parece indiscutiblemente ridículo. Es, escencialmente, el mismo argumento que indica que las mujeres violadas “se lo buscaron”. No me voy a referir a ésto porque lo considero una pérdida de tiempo. Es irrisorio, y punto.

En definitiva, la Vedettón es un show violento, no por la exhibición de pechugas y potos. Lejos de eso, por lo que sucede luego de la performance: La vulneración de la dignidad de aquellas mujeres que brindan un espectáculo de calidad -o a veces simplemente mueven de aquí a allá sus atributos y con eso basta. El peak de la incomodidad y la motivación de este artículo apareció en la “conversación” con Antonella Rios, a la que no le devolvieron el sostén aunque ella lo pedía con una incomodidad penosa y a la que le pidieron la colita a lo cual ella se negó. Fue evidente lo pasada a llevar y agredida que se sintió. Si no se fue corriendo de ahí es debido a su calidad de figura pública y, quizás, su fuerte compromiso con la Teletón misma o quién sabe por qué. Tras el análisis de todo esto, no creo que la conclusión principal sea que le pongo color.

Y para cerrar esta entry, me gustaría responderme a mi mismo y explicar por qué un show es tan distinto a otro.

Lamentablemente tiene que ver con una dimensión más compleja, puesto que responde a un régimen político en torno al sexo, donde los hombres pueden disfrutar, deleitarse y utilizar no sólo la figura o la imagen, sino el cuerpo y hasta la vida de una mujer. Claramente sería necesaria una jornada de conversaciones y conocimientos compartidos para poder entender cómo se desarrollan estos mecanismos y cómo se perpetúan en las conciencias de hombres y mujeres, pero al menos podemos intuirlos a partir de estas reflexiones. Así, no le interesa a este ordenamiento el cuerpo del hombre, por lo que se le deja ser, no se le manipula y en el escenario tiene plena libertad para mostrarse sin exponerse completamente. El sistema lo cuida, lo protege de las situaciones embarazosas y no da permiso a la mujer para apropiarse de él. De hecho la exposición del cuerpo masculino como pleitesía al deseo femenino ocurre en la intimidad y en el escenario. En ningún otro momento la mujer lo posee. Así se produce el concurso de Mister Teletón.
Pero el cuerpo de la mujer debe estar a la vista de todos, debe someterse a la voluntad colectiva de los hombres: menearse, obedecer, ser sexy, provocar deseo, ser bella y hablar poco. Los hombres tienen completo derecho a exigir ver más, tocar más, acercarse más. Así funciona, y eso es lo que se reproduce en la Vedettón.

Para finalizar, los dejo con una performance que cumple todas mis exigencias por ser clásica, entretenida, graciosa, sexy y por tener a una diva de protagonista, aunque no la hayan dejado hablar. Mis felicitaciones para Maripepa Nieto.

4 comentarios:

  1. estoy en completo acuerdo .......... pues dicen que ley pareja no es dura :D

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  2. http://ludditassexuales.wordpress.com/2010/08/12/la-droga-genero/

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