Pestañas

abril 08, 2009

¿Una sexualidad libre?

A veces no entiendo por qué produce tanta agitación el tema de la libertad sexual, sea en el sentido de dejar ser a los homosexuales o en que una pareja de heterosexuales vivan de la poligamia. Digo a veces porque de que genera controversia, lo hace. Quizás el tema pasa, principalmente, por las enfermedades que pueden contraerse y el peligro público que pueden ser, pero esto viene de antes. Antes de que existiera -si es que existe- el Síndorme de Inmuno Deficiencia Adquirida la libertad sexual era algo tabú: Recién en los años setenta se empezó a dejar libre el apetito sexual experimentando, jugando, aprendiendo. Esta revolución sexual se habría carcterizado también por la tolerancia, el abrirse a nuevas fronteras. El movimiento feminista cobra fuerza y la equidad social hombre-mujer comienza a trabajarse. ¿Qué pasó entonces? ¿Por qué hoy es tan dificil aceptar una poligamia, una relación homosexual, la prostitución y otras prácticas? La discriminación que los adultos (30 ->, al 2009) ejercen sobre estas minorías sociales es increíble. Recuerdo una vez, paseando con mi familia por la calle Barros Arana, que vi a una pareja de hombres que iban tomados de la mano. Me pareció tierno y valiente. Aclaro que yo habría de tener menos de doce años. Mi razonamiento no fue más allá de una valoración como esa, pues si bien entendía que todo el mundo calificaba aquello como malo yo encontraba que la situación no era incómoda ni como para indicarlos con el dedo. Hoy me alegro de haberlos visto, pues representaban entes rupturistas. Se atrevieron a demostrar lo que sentían aún cuando la gente los miraba extraño, aún cuando sabían que las señoras que caminaban a su alrededor no les dirían a sus nietas lo lindo que era verlos sonriendo y de la mano. Sabían que esos tipos, sentados en esa banca, fumando sus cigarrillos y quizás un poco ebrios les gritarían las cosas que les gritaron. Quizás sabían, también, que les daría verguenza y se soltarían la mano. Pero se atrevieron y eso lo aplaudo. Siempre critico a la gente que no se atreve, que no se tira al agua. Yo no soy un ejemplo de eso. No tanto. Pero a veces me siento mal al saber que habemos muchas personas que hacemos cosas porque la diversidad sexual sea eso, diversidad; mientras muchos otros y muchas otras están en sus casas escondiéndose. Sé que cada uno tiene su tiempo y que la verdad siempre hay sujetos que no participan de las batallas pero celebran el resultado de la guerra con todos. En vez de sentirnos indignados deberíamos sentirnos orgullosos por llevar ese estandarte, el de rupturistas. Quienes practican la poligamia y gustan de explotar su condición sexual y compartirla con su pareja los felicito. Aunque es un tema personal, íntimo que cambia patrones localmente algo hacen. Y lo más probable es que esas personas no estén interesadas en hacer de la sociedad un lugar más diverso, no están dispuestos a tener visibilidad, pues en su propio espacio rompen esquemas; como esos hombres enamorados. ¿Qué tiene de malo? Si ahora es un tema biológico-clínico, antes era religioso-moral. Y ahora hasta se han mezclado. Es probable. Finalmente la moralidad, discutíamos en clases con el ayudante de Teoría Sociológica I, es algo flexible y cambia con el tiempo. Comportamientos morales luego dejan de serlo para volver a tener el título más adelante. La moral es personal y colectiva a la vez. La moral es una contrucción social. Y a eso hay que atacar, a la moral colectiva, una moral doble estandarizada que lo único que produce son entes conservadores netamente ideologizados con un Dios a su haber. A mi parecer, son justificaciones burdas. La motivación principal debe ser algo más profundo, no un simple argumento que diga "Es antinatural, va contra el plan de Dios". Si la gente se cree ese cuento, debe ser porque detrás hubo alguien que condenó esas prácticas por una razón mucho más de peso. Si de Grecia a Roma cambiaron los patrones culturales -y no por el cristianismo- debe haber un argumento fuerte que haya hecho conservadurizar el pensamiento. O la gente es tonta.

abril 04, 2009

El momento exacto

Es mejor detenerse antes que todo se desmorone por una pisada en falso a metros del abismo. Creo que, justo ahora, es el momento y es que me dirigía hacia un camino al final de la escaera en espiral donde alejaba a un par de personas. No se trata de querer tener a todos cerca ni mucho menos. Es simplemente que a veces el cristal con que se miran las cosas no es el mejor, sobretodo cuando hay proyectos en camino y otros ya con ruedas que hablan de cualidades que no se tienen, o que no se han cultivado. La tolerancia es una de ellas. Es dificil de alcanzar, me contaba una muy buena persona; el hecho de transmitirla, poder hacerlo, era tremendamente dificil. Y es que uno tiene ideas preconcebidas de la mayoría de las cosas, y no imponerlas o axiomatizarlas es algo que no todo el mundo hace. El hecho de escuchar a la gente, entender su punto de vista -no justificándolo, sino que poniéndose en su lugar- son sucesos que va configurando la capacidad del escucha para tolerar visiones diferentes. A mi me cuesta bastante. No porque me las dé de sabio ni porque intente provocar debate, sino porque mis concepciones, básicas concepciones de la vida, generalmente no andan tan equivocadas. ¿En qué me baso para decir eso? Pues en la vida misma. Soy una persona que no viene de una familia que se preocupa por concientizar a sus integrantes de los procesos sociales. Más que nada es de esas típicas familias que inculcan a sus hijos valores productivos, consumidores, de rebaño. Y es que para ellos es la manera de vivir, sobrevivir. No les hecho la culpa de mi manera de enfrentar las cosas, porque si bien determinan mi personalidad no la condicionan. Siempre está la oportunidad de saber más, de crecer en algún aspecto y esa desición siempre es personal. A lo que voy con esto es que el debate aireado en mi familia es característico y eso ha hecho que generalmente me apresure a finalizar el debate unilateralmente dejando en claro que mi visión de las cosas es algo irrefutable, que mis argumentos son los mejores o cualquier indicio de superioridad en cuanto a información. Soy un inmaduro estudiante universitario que cree que por dos años de teorías sabe más que muchos otros. Tampoco se trata de ser extremadamente humilde, pues si bien no sé todo lo que quisiera saber, sé mucho más que muchas personas. La humildad es algo que también me cuesta trabajo poner en práctica. Recuerdo un día una discución con un personaje al cual, en un arranque de palabras, dije "Pero hábla bien, si estás hablando conmigo". Y eso, así tal cual como lo dije, no es algo que motive la conversación. Me hubiera pegado un combo en ese momento. Todo esto porque últimamente me he dado cuenta que estoy dejando el trabajo por una mente abierta, sesgando mi opinión y mi punto de vista en ciertos temas relacionados directamente con la manera de vivir de las personas. Imponer mi pensamiento es una cosa que he hecho también, como nunca. Por eso apretar el freno ahora es mejor que darme cuenta de que me faltan un par de escalones para terminar de bajar. Gracias a los que me han hechor ver. Puede que no se entienda, porque generalmente yo vomito palabras. Es lo que mejorcito se me da.

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