Pestañas

abril 16, 2017

No he olvidado


Aunque la caligrafía se haya dejado de lado
y las máquinas se apoderen de estas letras frías,
de mis nubes, mis lluvias, todos mis temporales,
yo no he olvidado.
No he olvidado cómo se siente el sol en la guata,
las mariposas en los intestinos,
ese sube y baja de la plaza cuando era chico que me hacía el estómago reír.
No he olvidado el apretón de garganta,
las mejillas adoloridas de tanto mirar tus margaritas,
las ganas de escribirte, dibujarte, cantarte.
Ay, es que cantarte,
hacer como que sigo la letra de la canción sin más,
cuando en realidad estoy vibrando con los versos
y esperando, casi rezando, que vibres conmigo también.
No he olvidado cómo se siente, no he olvidado cómo lo siento,
no he olvidado y no quiero. No tengo ganas.
Porque me pasa cuando como papas con arroz,
cuando me río solo viendo alguna tontera en alguna pantalla,
cuando me tomo un té con cáscaras de limón en invierno,
cuando justo en el carrete ponen esa canción,
canción de mierda que me recuerda todo.
Porque no he olvidado.
No he olvidado y no quiero hacerlo.
Y así, cuando vengas tú con tu sol, tus mariposas,
tu sube y baja, tu apretón de garganta, tus margaritas,
tu cara de público en la palestra cuando canto,
cuando vengas, cuando decidas venir,
no habré olvidado todo lo que me provoca.
Y estaré aquí, listo,
como si nunca hubiesen construído tanto centro comercial,
dispuesto a vivirnos y ser todo eso que dicen que uno puede ser
cuando no ha olvidado como amar.

abril 11, 2017

Apuntes sobre el cuerpo y la política

He escuchado decir que uno no puede transformarse "bailando", que la transformación real se hace desde otras trincheras, que por mover un poco el cuerpo no se va a caer el patriarcado, por ejemplo. Y puede que sea cierto. Pero me pregunto yo si los talleres que hacemos hace mucho más, si es que la entrega de conceptos abstractos y la discusión realmente genera el efecto que pensamos que genera.
Hay todo un campo por explorar cuando se trata del cuerpo: La piel es el órgano más grande de nuestro organismo; el sistema entérico es capaz de actuar independientemente del encéfalo, de recordar, aprender; el lenguaje no verbal (gestos, posturas, mirada, movimiento, respiración, entre otros) compone más de la mitad de la información en una convrsación, etcétera. Esto, al menos, me hace cuestionar si realmente sólo discutir, sólo compartir abstracciones, sólo conceptualizar es suficiente.
Me parece que, evidentemente, no lo es.
Y aquí es que aparece biodanza. Porque si bien no necesariamente puede ser una práctica anclada en la política, genera transformaciones en la vida de las personas que les permiten adquirir herramientas para desenvolverse mejor en sus contextos. Lo he visto, y lo he estudiado. Incluso cambios en el discurso se suceden a partir de las conversaciones grupales que biodanza facilita. Entre muchos otros cambios, que no vale la pena describir aquí.
Espero compartirles un documento muy pronto, el cual discute todos estos elementos. Me gustaría que los defensores de los talleres de conversación infinita o, incluso, quienes me han dicho que nada cambia por un poco de baile, lo lean y comprendan que en el cuerpo también se inscriben aprendizajes, memoria, traumas y disposiciones. Que comprendan que el cuerpo es diagnóstico y mesa de trabajo. Que no es solo "bailar", es transformarse. Políticamente hablando.

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