Pestañas

junio 19, 2017

Cavilaciones sobre inteligencia emocional

Para resolver conflictos, construir lenguajes emocionales que permitan nutrir nuestras relaciones humanas siempre será un desafío. Si es que nos importa resolver estos conflictos y convertir estas relaciones en espacios trascendentales de desarrollo, este desafío será ineludible.
En cada amistad, en cada relación familiar o amorosa habrá que construir significados y objetivos comunes si es que se quiere superar un conflicto, desacuerdo o desentendimiento. Es frente a la posibilidad de construir ese lenguaje común, frente a la posibilidad de encontrarse en el desencuentro, que uno podrá decidir si horizontalizar el proceso y construir juntos, o generar asimetrías donde lo que termina ocurriendo es una superposición de necesidades en donde las de uno son satisfechas por la disposición emocional del otro, producto de este vago entendimiento de la situación problemática, todo a raíz de la diferencia de significaciones no ajustada inicialmente.
Sin ofrecer la posibilidad de confirmar, aclarar, ajustar o corregir, la vaguedad es la que opera y de ahí la asimetría. En suma, si esta asimetría se mantiene en el tiempo, inevitablemente se convierte en una relación de abuso. Con todas sus letras. Y si pensamos que esto es posible dentro de una relación familiar, amorosa o amistosa, invito a revisarnos. Personalmente tengo cero tolerancia para ello.

junio 12, 2017

No voy a ser de esas personas

Cuando estaba en la universidad yo era un pollo. Quizás lo sigo siendo aún, pero recuerdo que antes mi nivel de compromiso con los espacios a los que asistía era tambaleante. Esto igual se debía a que no entendía mucho lo que sucedía en esos espacios, cómo se proyectaban, cómo repercutían las cosas que hacíamos en la vida de quienes participaban, etc. Todo ese conocimiento, cuando tuvo que ser aplicado, me sirvió para encontrar el motor para la dedicación, encontré fácilmente el nicho del compromiso y me movilizó la voluntad nutrida de estos dos elementos.
En un mundo como este, encontrar cosas apasionantes es difícil. Una vida llena de obligaciones se nos impone desde que nacemos: Obligaciones en torno a lo estético, lo sexual, lo pedagógico, lo familiar, luego en lo académico, lo laboral, y el ciclo vuelve a repetirse y entrecruzarse una y otra vez incansablemente hasta que, si tenemos suerte, podemos disfrutar de lo que la mísera pensión nos permite disfrutar. Quizás en ese momento podamos dedicarnos a lo que nos apasiona, porque el mundo no nos deja tiempo y nos consume de a poco. Al menos así es para la mayoría.
Cada vez que voy sumando números a mi torta de cumpleaños voy teniendo menos tiempo para hacer cosas entretenidas. Si antes no sabía qué era lo que me apasionaba, ahora, de saberlo, el tiempo se me hace poco. Pero quiero aprovechar cada momento libre para hacer lo que me apasiona, o buscarlo en caso de que no lo tenga claro. Hacer las cosas sin pasión es triste, lamentable y la verdad es que prefiero no hacerlo si es que realmente no me mueve las entrañas.
Así, hoy, en cada espacio en el que estoy lo doy todo o, al menos, lo intento con todo. Tengo ganas de funcionar así porque lo que estoy haciendo me apasiona. Entiendo que no es una obligación ocupar mi tiempo en organizarme, en traer al presente aquello que quiero que ocurra en un futuro, discutir y alimentarme de los conocimientos y habilidades de quienes me rodean, crear y construir otros nuevos espacios donde puedan darse todas estas cosas y más. A veces tengo mucho tiempo, otras veces no, pero el que me apasione lo que hago hace que me obligue a cumplir porque el compromiso que construyo para mi con esos espacios es así de fuerte, así de trascendental. No quiero llegar a viejo y arrepentirme de no haberlo dado todo en todos los aspectos de mi vida. No voy a ser de esas personas.

junio 07, 2017

Dos hombres caminan bajo la lluvia y se ríen


Parece que el mundo se contagió de ellos.
De repente, en todo el planeta,
la gente baila, se sacude, se abraza de alegría.
Otras personas miran a gente abrazarse.
Dos hombres caminan bajo la lluvia y se ríen.
En un pestañeo, y hacia donde mires,
suenan tambores, claveles, sartenes,
bailan niños con niñas, abuelas y vecinos,
o por último se saludan sonrientes las gentes al pasar.
Dos hombres caminan bajo la lluvia y se ríen,
disfrutando impunes la expansión de no limitarse,
compartiendo sin miedos lo que el cuerpo hace aparecer.
Es de noche, y todas las esquinas son arte.
Dentro y fuera de las casas se grita, salta,
cocina, besa, ordena, prende, comparte,
y quienes se miran se contagian con el pálpito de las sonrisas.
Parecieran hacer cosas maravillosas, los dos hombres.
¿Acaso el mundo no dijo que era inusual
hacer danza contacto con las manos,
caminar abrazados conversando la vida,
escuchar una canción fuerte en la calle?
Dos hombres caminan bajo la lluvia y se ríen.
Nadie hace caso ya de esas reglas.
El globo se puso reset, apagar equipo, reiniciar.
No queda nadie que no se crea este nuevo estado,
no quedan dudas, no quedan románticos,
es que lo que pasa, pasa de verdad.
Dos hombres están caminando bajo la lluvia,
y se ríen.
Y aunque la utopía del carnaval eterno es eso, un ideal,
cuando una señora los mira caminar bajo la lluvia y sonreír,
por un momento, en un saludo, en un gesto,
se siente como si el mundo
caminara
bajo la lluvia
y riera con nosotros.

junio 05, 2017

Feministas queman bandera chilena

Hoy termino el día preguntándome qué representa para mi la bandera chilena. Y es que cuando la veo, no despierta en mi ningún sentimiento patriótico, nada de felicidad ni orgullo. Muchos me tildarán de muchas cosas, pero lo cierto es que el símbolo patrio está, para mi, asociado a sensaciones que no necesariamente me son agradables en la guata.
Primero que nada pienso en que representa a un país. Pienso en fronteras, en límites, en barreras, en xenofobia.
Luego pienso que este país, como muchos, opera en base a una constitución. En nuestro caso, documento conservado desde la dictadura (una hazaña la wea).
Varias de esas leyes están en constante antagonismo con la voluntad popular e impiden, vez tras vez, que la libertad aletee en nuestro cotidiano. Leyes opresoras que limitan o, de plano, prohíben la capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos.

Pienso en que vivo en un cuerpo de hombre, el cual me hace heredero de una tradición reproductora del patriarcado con la cual quiero luchar día a día, en todos los espacios que se me hagan posibles. Es por esto que me organizo en torno a esta opresión específica, ya que hoy, como nunca antes, soy un poco más consciente de cómo funciona el aparataje patriarcal. Y es por eso mismo que puedo darme cuenta de algunos de mis privilegios.
Todo esto deviene de un proceso largo de aprendizaje, de ajustes, de errores igual. He trabajado mi capacidad de respetar a quienes me preceden en las luchas a las cuales me pliego, principalmente porque sé que aún hoy tengo mucho que aprender. Si, tengo energías y ganas, pero dejarme llevar por la ansiedad de querer transformar el mundo me ha jugado malas pasadas antes.
A un evento como el que tuvo lugar hoy en Concepción, organizado por la Coordinadora 8 de Marzo, fui con respeto. Respeto porque comprendo que si bien el patriarcado está presente en mi existencia oprimiendo y constriñendo, es algo de lo que me he llegado a dar cuenta luego de relacionarme con los feminismos. Hay toda una lucha que me precede la cual ha construído para sí una simbología, una mística, toda una ritualidad. Nominarme "compañero" de aquellas que trabajan de forma autónoma es algo que no puedo llegar y hacer sólo porque me siento cercano a su lucha. No es un calificativo que recae como por arte de magia una vez que me declaro no-heterosexual, no se me tatúa en el espíritu porque lea autoras feministas, no me brilla en la frente porque use falda, me pinte los labios o explore mi ano. Si voy a un evento como el de hoy, voy con la claridad de que si bien plegarme suma, recién comienzo a organizarme en torno a mi realidad como hombre en vías de ser antipatriarcal.
Desde aquí es que me pregunto, con todo lo que entiendo que me sucede como hombre frente a la bandera chilena, ¿acaso no es hasta ofensivo blandirla en medio de una manifestación feminista? ¿acaso no es pasao pal pico querer que flamee una representación concreta de la opresión de los cuerpos de las mujeres que marchan? ¿acaso no estoy llamando a recordar lo horrible de las leyes laborales, de las cárceles por abortar, de lo mierda que ha sido y es el estado chileno para con las mujeres? ¿acaso no es demostrar mi ignorancia pretender que todos los movimientos operan bajo los mismos códigos? ¿acaso no es una falta de respeto? Y cuando me lo hacen saber, ¿acaso me hace tanto ruido una respuesta agresiva frente a un símbolo así de violento? ¿tanto me incomoda? ¿tanto me ofende?
Al menos yo creo que falta mucho para que podamos sacarla en todas las manifestaciones y que todes entendamos que propugnamos unión y solidaridad, siquiera resistencia.

junio 02, 2017

Entiérrame en Roma


Déjame entender qué me inmoviliza.
Borrar tu sonrisa es volver a caer.
No encuentro la forma de anclar el sentir sin querer morir.
Entiérrame en Roma.
Que a veces me toma, me ciega el sabor,
tu dulce sudor, se muda tu aroma,
se fuga la idea, se pierde el deseo.
Sin dejar mapeo se apaga el sentir.
Involuntarios intentos.
Caminos bloqueados, violentos.
Incontrolables momentos sin señas, sin guías, sin ti.
Enreda mi lengua en la tuya sin que los clavos nos duelan, entrando al revés.
Nunca fue extraño, no iba a suceder.
No quedan preguntas que hacer.
Solución trascendente no tengo.
Cuesta imaginar y yo no pretendo dar con respuestas sin tiempo
y tirar mis monedas al viento.
Que a veces me suelta, no brilla, no intenta ser nada más que una perdida, sin vuelta,
acurrucada en papel celofán,
esperando el momento en que todos se van.
Enreda mi lengua en la tuya y sabrás de sabores amargos, fulgor otoñal,
recuerdos con formas de ave inmortal.
No quedan preguntas que hacer.

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