Pestañas

marzo 26, 2012

Daniel Zamudio siempre será un luchador


A propósito de todo lo que ha ocurrido con Daniel Zamudio es que hoy, luego ya de varios días de congoja por su situación, es que decidí escribir sobre algo que me parece realmente importante y que yo, y muchos como yo, de repente no tenemos tan claro. De hecho no planteo para nada que tenga una solución, pues de haberla se construye en conjunto con otros seres humanos, nunca solo.

Quizás es mi orientación sexual la que me ha hecho reflexionar sobre todo lo que me rodea. De alguna manera fue ésta la que permitió relacionarme con el mundo de una manera diferente. Hoy soy consciente de que al decir "soy homosexal/bisexual/travesti,hetero/etcétero" estoy declarando no sólo mi gusto por tal o cual idea de humano, sino también doy cuenta de mi posición política en esta sociedad. Teniendo en cuenta la función que cumplen las categorías en cualquier ámbito podemos entender que tales declaraciones, al final del día, sirven para ubicarnos, para darnos una cierta identidad al interactuar con el resto. Decir "soy heterosexual", aparte de generar en la otra persona una idea preconcebida de lo que supuestamente soy, habla también de mi situación privilegiada en términos legales, culturales, sexuales, etc. Más aún si me declaro "hombre", pues la construcción del concepto está rodeada por dimensiones políticas de mi ser. Puedo, de inmediato, entender que puedo casarme, que probablemente mantenga una familia, que a lo mejor juego o veo fútbol... Preconcepciones que, en otros casos, llevan a prejuicios de los más burdos.

Más allá de discutir sobre las etiquetas que se nos asignan todos los días, me gustaría guiar la discusión hacia cómo vinculamos nuestra "posición social" con nuestra acción como seres conscientes y despiertos. Digo esto ya que, una vez situados vemos más clara la película. Tampoco se trata de que quienes no han pensado en esto están en desventaja, puesto que las formas de lucha son multidimensionales, punto que tocaré un poco más adelante.

Si me doy cuenta de que pertenezco, primero que nada, al conjunto de seres humanos que se denominan "hombres", y difiero con el ideal masculino del "macho", puedo establecer claros puntos de acción. Luego, en mi caso, vendría la categoría "bisexual", colectivo de personas que estamos invisibilizados y tomados poco seriamente. Luego pertenezco a una clase social determinada que merma mi calidad de vida casi por todos lados... Suma y sigue. Digo esto porque usualmente la revolución que se persigue desde las cúpulas revolucionarias tiene mucha empatía con la última categoría pero se olvida de las primeras o las deja de lado o, incluso, las mantiene ahí, intocables porque "eso es tema de otrxs". Finalmente lo que sucede, para simplificar un poco el proceso, es que la conexión con nosotros mismos, con nuestro cuerpo y con nuestra sexualidad (por tanto con los roles que definimos para unos y otras) se vuelven incuestionables, dogmáticos hasta el punto contradictorio en el que intentamos alejarnos de un paradigma para crear otro nuevo con sus propias (o a veces las mismas) reglas. Reproducimos un sistema opresivo pero gritamos en contra de la opresión. La superestructura nos demanda todo de nosotros y los cimientos de ella quedan relegados a luchas menores, menos urgentes.

Con una amiga conversábamos sobre la posible "madre de todas las luchas". Ese día concluímos que la lucha ambiental podría llenar ese cupo. Reflexionamos sobre el objetivo de luchas más clásicas y nos dimos cuenta que la semilla común es el cambio en el tipo de relaciones sociales que construímos y mantenemos. En este sentido, la lucha ambiental genera un cambio de esquema por el sólo hecho de plantear un cambio estructural como consecuencia de un cambio en la perspectiva que tenemos sobre otras especies. Desde ahí a replantearse nuestra relación con nuestra propia especie no hay mucha distancia: Si puedo entender las condiciones paupérrimas que los perros de la calle viven día tras día, ¿Cómo no puedo ser capaz de entender la cagada que tenemos en nuestra sociedad? ¿Cómo no cuestionarse, por ejemplo, las relaciones entre sexos, y entre géneros, etc.? Si urgiera encontrar una "madre", creo que sería esa.

A qué viene esto, dirán. Pues creo que comenzar entendiendo que el punto de inflexión es nuestro trato entre nosotros es que podemos empezar a trabajar la consecuencia más profundamente. En algún punto, sabernos humanos, despertar nuestra conciencia corporal o como quieran llamarle produciría, a mi manera de ver, un despertar intenso, quizás más profundo que otros... No lo sé. Al principio comenté lo importante que fue mi orientación sexual en mi vida y es precisamente por esto que digo: Saberme no-heterosexual hizo que me preguntara muchas cosas sobre mi cuerpo y cómo interactúo con otros cuerpos, tanto humanos como no-humanos.

Y aquí es donde comienzo a redondear esta entrada.

Despertar la consciencia sobre nuestra sexualidad, sobre nuestra corporeidad quizás nos haga entender que las luchas no sólo son en la calle, en las barricadas o en las grandes situaciones sociales, sino que parte/va de la mano con la lucha contra la opresión de nuestros cuerpos.
En otras entradas he hablado sobre represiones de este tipo, pero en esta en particular me interesa dejar en claro que, para mi, mi relación con mi cuerpo y cómo expreso lo que pienso están profundamente ligados. También estoy luchando cuando voy de la mano con mi compañero por la calle. También lo hago cuando digo las cosas por su nombre. También lo hacen muchos y muchas no en la calle, sino en sus casas, con sus familias, con sus amigos, por el sólo hecho de existir y no tener miedo de expresarse, de vivirse y defenderse frente a la discriminación. Y aquí es donde creo que Daniel Zamudio, como mucha más gente, era un luchador por el solo hecho de existir, por el sólo hecho de vivir su sexualidad abiertamente.

Las luchas sociales no se ganan solamente con la conquista de leyes, tampoco con la abolición de un estado para ser reemplazado por otro, de otro tipo pero estado al fin y al cabo. Son cambios profundos en la cotidianeidad de las personas los que hacen la diferencia. Que tantos cuerpos hayan estado marchando por las calles de Chile fue un golpe duro, pero fue un golpe más duro el que se pegó en la cotidianeidad de las casas, en las familias, en el supermercado... El tema se habló, se discutió y todos y todas estuvimos de acuerdo en que la educación no puede arrancarnos un pedazo para formar parte de nuestra formación. Así mismo la vivencia de una sexualidad sin prejuicios ni tapujos y condenas puede cambiar profundamente la vida de los seres humanos. Que un travesti camine por la calle rompe los esquemas viejos y ridículos por el sólo hecho de que aparece, está, es. Puede que ni siquiera lo sepa, pero su lucha se hace patente al no tener miedo de hacerlo. Puede que ni siquiera se necesiten leyes para protegernos si nos hacemos cargo de nuestra sexualidad y la defendemos con acciones cotidianas, pues las acciones son los mejores ejemplos.

Daniel Zamudio, para mi, siempre será uno de los muchos luchadores.
Todo mi respeto para él.

marzo 14, 2012

Educación sexual: Un tema país pendiente


No había pensado en escribir una entrada aún. La verdad es que estaba esperando ese momento de inspiración para contarles sobre mi viaje a Bolivia... Pero ya llegará el día. Por ahora necesito hacer esta entrada por un tema que ha estado en boga durante todo este día: El cuerpo.Sip. Ese mismo cuerpo que según "la designada" prestan las mujeres, cual envase desechable, durante 9 meses al estar embarazadas. Y qué podemos decir, si son desafortunados los dichos de Doña Ena, pues. Desafortunados, por lo bajo. No creo que merezca más tecleo el análisis de esta persona, porque ya sabemos cómo entienden la sexualidad a ese lado del rio. Por favor, si el ala derecha de la política chilena está llena de contradicciones ridículas: "gay homofobicos, mujeres machistas, senadoras designadas, pobres fachos" (@Fabroo). Insisto: No vale la pena seguir hablando de aquellos.

Lo que sí me merece la pena es el cuerpo mismo, ya que es un tema que no exploramos todos los días. Creo que aún no tengo claro si el cuerpo es mio propio, si importa tanto, si es expresión de algo divino o no. Por un lado está toda esta tradición asceta y estoica de que el cuerpo no debe recibir mayor atención para así poder trascender y encontrar los miles de nirvanas ofrecidos por tanta cultura en relación con lo sagrado... No sé. No lo tengo bien claro, pero creo que el cuerpo es un elemento constitutivo de nuestra existencia y no estar en contacto con él puede ser menos favorable que conocerlo, aprenderlo y aceptarlo.

¿Cuánta gente se niega a mastubarse? Un acto tan simple de autoexploración. Debe ser genial descubrirse junto a otra persona, pero supongo que debe ser aún mejor compartir orgasmos. ¿Y cómo los comparto si aún no sé bien cómo tener uno? Lo peor es que aún revolotea este tabú añejo de que las mujeres no tienen apetito sexual y que solo responden al del hombre. No, no, no; peor aún es que muchas mujeres se lo creen y aprenden a tener orgasmos con la Cosmopolitan... Digo, tampoco es una obligación masturbarse, pero me parece extraño. Si yo, por un día, fuese mujer, lo primero que haría sería masturbarme. Fue lo primero que hice cuando estuve consciente de mi pirula, y tengo muy buenas experiencias con ello.

Qué onda con la ropa, que de repente hace un calor infernal y aún merodea dentro de nosotros la ridícula idea de que mucha piel es peligrosa en la calle, que las niñas deben andar abotonadas hasta el cogote porque si no las violan, ¡de que las mujeres embarazadas no pueden tener sexo! El sexo, ¿por qué negarselo? ¿por qué no explorar también?. Hace unos días hablaba con mi abuela y me decía que quienes no entendían el amor entre dos hombres y dos mujeres era porque nunca habían estado enamorados. Le encontré mucha razón. Y divago, porque es que hay demasiadas cosas que no entiendo cuando hablamos de sexualidad. Y precisamente ese es mi punto: Hablar de sexualidad.

En Chile la educación sexual es un chiste. Repartir condones y manuales de sexualidad heterocéntricos nunca fue suficiente. Yo me eduqué en distintos tipos de colegio -subvencionado y privado- y en ninguno fueron capaces de enseñarme qué era la masturbación, qué significaba eyacular, qué era el clítoris y para qué servía, qué implicaba ser gay, si existía la bisexualidad, etc. Todo lo que tenga que ver con el placer está absolutamente censurado para un niño o una niña. Más allá del debate sobre la pastilla o el aborto, la educación sexual en Chile es deficiente por donde se le mire, si es que se ve, porque bien podríamos decir que es inexistente. Tengo un amigo muy cercano que estudia psicología, y me contó hace un tiempo que tuvo que hacer talleres de sexualidad en un colegio de Concepción. Tocó varios temas, hizo sus talleres y pasó los contenidos propuestos sin problemas hasta que tocó la unidad de orientaciones sexuales. Mi amigo clarificó bien el tema y explicó qué significaba cada categoría. El único ejemplo gráfico era un beso. Un beso. Al otro día, o días después, no recuerdo bien, los papás y mamás del centro de estudios pusieron el grito en el cielo por un beso. Claro que eran dos hombres (o dos mujeres, da igual a estas alturas), pero era un beso. Es educación sexual, es trabajar mostrando, no ocultando. Es criar a gente tolerante, no fomentar la homofobia por omisión (siempre se teme lo desconocido) o por negación, que es peor. Un simple taller...

Después dicen que Chile no está preparado para ciertos avances en la "democracia sexual" como el matrimonio igualitario o la adopción para todxs, y es que yo creo que si lo está. Lo está porque la mayoría de los y las chilenas somos jóvenes, y somos precisamente nosotros y nosotras quienes tenemos más clara la película y nos deshacemos de los prejuicios que nuestros padres nos han inculcado. Estamos preparados para la igualdad, para vivir una democracia inclusiva y real. Con añejos y añejas (etarea y mentalmente) en el congreso se hace todo más dificil, pero es que lamentablemente nunca han sido buenos para escuchar y observar que la ciudadanía está a años luz de ellos y ellas.

¿Recuerdan la última campaña de "prevención" del SIDA? Una ridiculez.

Y es que en este caso la senadora designada es representante de temores sostenidos en el aire, a base de nada, de prejuicios sin asidero justificado, de temores irracionales. Es lamentable, pero si ni siquiera entiende -ni ella ni su coalición- que una madre no es un receptáculo, que la discriminación homófoba lo sigue siendo aunque sea por motivos religiosos, que las mujeres y los hombres pueden vestirse igual y no tiene nada de malo, que la educación sexual no es sólo obligación de las familias sino que también de las instituciones educacionales... Si no entiende eso, habrá que hacérselo entender.

Lo necesario no es que nos burlemos de ella por las redes sociales -bueno, un poquito, si se lo merece por pava; lo que realmente urge es que exijamos una educación sexual a la altura de las necesidades de los pequeños de esta sociedad, la nuestra, la chilena, ya que muchos y muchas llegan a los 18 sin siquiera conocer bien los métodos de anticoncepción. Qué digo, si es cosa de mirar el índice de embarazo adolescente. Hace unos días nada más golpearon gravemente a Daniel por ser gay; aún no podemos reconocer a las personas trans con todos sus derechos; qué decir de las enfermedades venéreas y la increíble tasa de contagio... Esto no puede seguir, y depende mucho de nosotros, de que exijamos lo que corresponde. Las instituciones educacionales deben hacerse cargo de estos temas e incluir a las familias en las discusiones, ya que de otra forma, repetiremos los errores que hemos venido cometiendo como sociedad. Y es este último punto uno muy importante, puesto que se ha dicho una y otra vez por parte de conservadores con representación política que son las familias las responsables de inculcar valores y hacerse cargo del tema de la sexualidad, cuando está demostrado que es mucho más eficiente si el colegio junto a la familia son partícipes de la educación sexual del o de la menor.

Por todo lo anterior ¡Educación sexual ahora! ¡Educación sexual ya!

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