La producción científica está sometida a distintos tipos de en el camino hacia la cientificidad, siendo el escrutinio de la comunidad (científica) el que, en última instancia, valida o no la producción de conocimiento según estándares, convenciones y arbitrariedades. Esto es una realidad poco cuestionable, ya que la comunidad científica -de la que somos parte también los aprendices- dictamina, valida y reproduce los criterios de veracidad y confianza de los trabajos e informes que se publican día a día. Usualmente, estos elementos se convierten en dogmas, los cuales se ven
resquebrajados con frecuencia, sobretodo considerando el momento histórico-tecnológico que vivimos, tal como las leyes de la física tambalean al oir de quantums y otras partículas subatómicas.
Lo interesante de esto, desde mi punto de vista, es que esas convenciones que soportan el proceso de cientificidad pretenden ser objetivas, ausentando al mismo investigador del proceso, pretendiendo neutralidad axiológica y acuñando términos como valoración científica en un intento por autoproclamarse como ciencia: Sólo la ciencia puede valorar imparcialmente.
A lo largo de todas las lecturas subrayé incansablemente cada vez que me encontraba con conceptos tales como juicio, valor, conocimiento y realidad.
Esto porque me cuestiono profundamente la forma de hacer
ciencia que la sociología -entre otras disciplinas- maneja, y esto a
raíz de mis cavilaciones respecto de La Realidad. Más bien, de
nuestra relación con ella y, por tanto, nuestro acercamiento como
científicos (sociales).
¿Es
la realidad una 'cosa' independiente de nuestras percepciones? De ser
así, nuestros intentos por sistematizar nuestras experiencias (o las
de otros individuos) constituirían acercamientos desde distintas
perspectivas a una especie de Verdad. Sería un esfuerzo dificilmente
útil, ya que nuestras limitaciones humanas en términos de
convención dificultan la tarea de caracterizar la completud.
Ahora, concientes de nuestras diferentes cualidades perceptivas,
¿existe una Realidad? De ser así, ¿cómo nos acercamos a ella?. A
mi juicio, tal como no existe una verdad última, no puede existir
una realidad escencial. Lo que percibimos se nos hace presente en la
medida en que construimos criterios y explicaciones para fenómenos
experienciados en el pasado, considerando la instrucción recibida
hasta el momento en que se identifica un fenómeno, lo cual varía de
persona en persona, de investigador en investigador. En el cotidiano,
esto se expresa en que, por ejemplo, en África ciertas tribus
perciben como iguales el verde y el azul pues sus convenciones
manejan distintos códigos. Así mismo, la liberación femenina de
Oriente no tiene por qué significar la auscencia del velo, ya que
enjuiciar su supuesta opresión implica filtrar el fenómeno con un
cedazo evidentemente occidental.
Es
por lo anterior que la aproximación a 'una' realidad me parece un
ideal probablemente utópico. Más bien puedo aventurarme a decir que
a lo que podemos aspirar es a dar cuenta de algún atisbo de la
fluidez de las regularidades sociales, las cuales pueden permanecer
erguidas por cierta cantidad de tiempo, pero cuestionadas y acaso
desmanteladas luego. Por tanto estas regularidades quedarían
obsoletas, para aparecer otras regularidades de las que volver a dar
cuenta en un afán interminable de explicar la incansablemente
cambiante contingencia.
Si
la realidad última es inexistente, por tanto inalcanzable (o
inalcanzable, por tanto inexistente), ¿qué sustenta la
cientificidad de la ciencia?. Los tests Popperianos simplemente
responden a convencionalidades, construcciones, terminología y
conceptos supuestamente objetivos, pero que nacen desde la propia
subjetividad de cada integrante de la comunidad científica. Esto no
asegura objetividad, solo valida la idea de cientificidad imperante,
la cual está sujeta a variación de la misma forma que cualquier
otro constructo o criterio que se utiliza en el cotidiano o en
contextos más “científicos”.
En
última instancia, y siendo completamente atrevido, creo que vale la
pena cuestionarse qué fin tiene la ciencia. ¿Es acaso simplemente
conocer?, es decir, ¿es la sociedad un recurso para la ciencia? ¿o
es la ciencia un recurso de la sociedad?. ¿Para qué se hace
ciencia?. Alguien podría decir que el fin último de la ciencia es
predecir, persiguiendo una toma de desiciones acertada, pero creo que
toda la reflexión en torno a “lo científico” queda grande
cuando se plantea aquello como meta. Más parece un intento por
convertirnos en dioses que validan ciertas formas de conocer, que
simplemente humanos tratando de conocer. Otras formas de aprehender
la realidad han quedado excluídas de la ciencia, quedando totalmente
relegadas a elementos útiles, supeditados al divino ejercicio
científico de la construcción de saberes.
Sin
querer ser relativista, creo necesario plantearse las dudas
anteriores antes de discutir sobre las arbitrariedades que
consideramos pertinentes en el proceso investigativo, y es que a mi
parecer, intentar aclarar el motor y la función de la ciencia
(social) permite seleccionar de mejor manera el método que
utilizaremos al acercarnos a la “realidad social”. La
contribución que hagamos a la sociedad dependerá de nuestra propia
interpretación de la ciencia y sus objetivos como productora de
conocimiento.
guachito rico
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