Pestañas

noviembre 25, 2011

El cuerpo canta, gime y lucha

Chequear el tiempo nunca estuvo demás antes de una marcha, sobre todo si peligraba la estabilidad del acrílico en mi cuerpo. Menos mal, se venía un día exquisito. Mi cuerpo, sus cuerpos y el de Latinoamérica completa lo recibió con alegría, consignas gritadas al viento con los pulmones de la amazonía, con la fuerza del mar y con el tridente sonar de los vientos cordilleranos. Éramos un solo cuerpo y el sol nos invitaba a utilizarlo, a recordar que es en él donde se inscriben las desigualdades y es desde él que podemos responder a ellas.

La cita comenzó mucho antes de la reunión. Comenzó en nuestros corazones. Comenzó mucho antes de la toma, de las manifestaciones: Comenzó en nuestro cuerpo. En la reunión se hizo efectivo nuestro sentir… utilizar la primer arma para luchar se hizo un imperativo por nuestro fervor, nuestras convicciones, nuestro amor por la causa, nuestra hirviente pasión por una sociedad distinta, mejor.

Durante la mañana, mientras afinábamos detalles, conocerse se nos hizo fácil. Conversar sobre el diseño, lo que significó investigar sobre el país designado, reencontrarse con compañeros y compañeras de otras versiones de cuerpos pintados, reírse, compartir la timidez, el pudor, la vergüenza, todos esos elementos impuestos por el sistema represor de los placeres, del erotismo y del cuerpo mismo. Ese sistema que le quita la posibilidad de una vivienda digna a tantas personas que, antes y después del terremoto, esperaban y siguen haciéndolo. Que le quita el conocimiento a tanto productor y productora para industrializar todo y contaminar frutas, verduras, el aire, el agua y todo lo que puede si es que de aquello cae algún suculento cheque. Ese sistema que día a día aplasta a miles de personas, que se hace el ciego ante el gran aporte de la música y las artes en la formación integral de los seres humanos. Ese sistema que, aunque cruel y despiadado, tiene grietas por todos lados; que encuentra fuerte oposición en cada cuerpo resistente, en cada ocupación, en cada marcha, en cada capucha, en cada grito, en cada bomba de pintura, en cada lienzo, en cada pancarta, en cada pie hinchado de tanto caminar: En nuestra vida. Más le vale no creerse el cuento, porque no somos ciegxs ni sordxs, no somos tontxs, no somos simples corderos que caminan hacia el matadero. Somos seres concientes y no tenemos miedo.

"Esclavo puede ser el cuerpo, pero libre tenéis el alma para volar un día a la libre mansión de los escogidos”.

Parafraseando a Galeano, y con representaciones de América Latina en la carne, salimos a tomarnos las calles junto a miles de manifestantes que en todo Chile y en todo el continente se unían declarando fuerte que la ciudadanía tiene las cosas claras y no se achuncha con el rugido del depredador. Nosotrxs rugimos más fuerte. Fue en Perú, en México, en Ecuador, en Costa Rica, en Paraguay, en El Salvador, en Argentina, en Bolivia, en Uruguay, en Guatemala, en Brasil, hasta en Canadá, Francia y Alemania que se unieron las manos, las voces y cantamos todxs la canción del despertar. De un despertar que no significa el final de un sueño, sino el progresivo avance hacia él.

Aplausos, risas, caras sorprendidas y reencuentros con emociones de antaño se sintieron al caminar. Nos encontramos con la manifestación en la Plaza de la Independencia, donde secundarios, universitarios, trabajadores y hasta familiares fueron público y artistas del escenario que colectivamente se formaba junto a nosotrxs. Somos parte del mismo ímpetu; somos juntos un mismo espíritu.
En definitiva, el cuerpo está activo ya sea marchando, gritando, sujetando un lienzo o cubierto con pintura. El cuerpo de América Latina se movía completo y tuvimos el honor de representarlo.

El cuerpo es un espacio político, así como todo en nuestra vida. Lo que hagamos o dejemos de hacer con él siempre será un discurso sobre nuestras convicciones. En nuestro cuerpo se inscriben valores, normas, esperanzas, castigos, represiones y liberaciones. Desde aquí es que se lucha pues por medio de él nos comunicamos. Liberarse de códigos añejos y opresores puede ser un paso hacia una sociedad, esa sociedad que queremos. Una mejor.

Agradezco a las 21 personas que caminaron hoy conmigo. Agradezco a lxs pintorxs, a lxs espectadores, a lxs fotógrafxs, a quienes aplaudieron y a quienes se sintieron ofendidxs. Agradezco a todxs quienes marchan, a todxs quienes veo siempre los jueves, a todxs quienes han perdido el miedo. Agradezco a todxs mis amigxs, esos que han estado ahí para alentarme, con lxs que me encuentro en cada marcha. Les agradezco, porque es en ese lugar y es con ellxs con quien sueño un mundo distinto. Y es con ellxs con quien lo construyo.

ARRIBA LXS QUE LUCHAN

Versión con imágenes en Metiendo Ruido.

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