Pestañas

septiembre 13, 2008

Cuando no se está en el mismo nivel [versión revisada]


Creo que muchos hemos percibido esa molesta sensación de que o vamos muy rápido o nos demoramos demasiado, cuando sentimos algo y la otra persona no. No sé si piensan parecido a mi, pero esa sensación, aparte de ser extraña, es impredecible e imperceptible. A mi me ha pasado así.

Luego de varios meses las personas se conocen, aprenden de sus gustos pero principalmente, conocen sus defectos. Éstos terminan por resolverse, acoplarse o acabar con el nexo. Lo mejor, en mi experiencia, es escucharse. A mi me ha resultado, incluso cuando la otra persona no quiere decir nada. Escucharse e interpretar. Hay cosas, señales, que no se deben dejar pasar; pero uno se acostumbra a verlas en el otro. Ahí mi error. No las vi en mi mismo. A veces tomarlo con calma es una buena solución, porque no se trata de envolver a la otra persona en adulaciones y reverencias. Si se pretende una relación equilibrada, hay que estar pendiente de lo que estamos proyectando.

En mi caso, estaba creciendo en mi un sentimiento profundo e intenso, lo cual era genial y placentero pero no recíproco. Darme cuenta de aquello propició conflictos con devastadoras consecuencias.

Cuando ese sentimiento alcanzó mi lengua y la ocasión parecía ser la correcta lo dije. Lo dije y fue genial. Lo dije con un poco de miedo, con excitación, con asombro de poder decirlo, con vergüenza. No esperaba nada a cambio. Simplemente lo sentí y lo verbalizé. Sin culpas.
Pasó el tiempo y comenzé a confundirme, pero hasta aquí no era desagradable. Era, más bien, una confusión alegre ya que cualquier resultado se sabía provechoso o me haría sentir bien de todas formas. Aún así, estaba incómodo y comencé a experimentar frustración y mal humor constante. Fue así como se sucedieron  discusiones y debates y, locamente, en medio de una pelea lo vomité por segunda vez. Se lo dije y tampoco esperaba nada a cambio, pero me sorprendió un poco el hecho de que, ya por segunda vez, no me respondiera.

Fue extraño, no me importó tanto al principio. Pero definitivamente algo en mi cambió. Ahora lo sé: Andaba irritable, molesto por algo inespecífico. No entendía, no sabía qué era. Volvimos a las peleas, otra discusión. Ya en casa las cosas se calmaron, pero no pasó mucho hasta que volvimos a discutir. Yo estaba mal, me daba cuenta de que las cosas no andaban bien últimamente y me sentía impotente, incapaz de poder mejorarlas y tonto por no haberme dado cuenta antes.

Lloré. Lloré y tampoco sabía ni entendía la razón, por eso respondí 'nada' cuando me preguntaron qué me pasaba. Porque no siempre tenemos claro qué nos sucede. Eso es un hecho.
Su indiferencia a mis sentimientos me hería más, y más lloraba en silencio. Nos acostamos y yo me di vuelta, me abrazó y yo le dije, con todo el dolor que significaba aceptarlo: "Las cosas no van bien... Quiero que nos demos un tiempo... Y no sé cuánto dure, así que estoy terminando contigo..." No sabía qué esperar, sólo dije lo que sentía y me sentí bien al hacerlo. Pero no esperaba un golpe como el que me dieron: "Bueno", me dijo, y se dio vuelta. Durmió. Fue una noche asquerosa.

Cuando desperté -ahora definitivamente, después de todos los saltos y los frios de no tener su cuerpo cerca- le dije que debía irme. Sin pronunciar palabra se levantó, me abrió el portón y yo entendí que así quedaban las cosas. Y así quedaron.

Todo esto me hizo reflexionar sobre cómo amo, y la verdad es que hasta hoy he podido corroborar que la progresión de mi sentir siempre deviene en una relación en donde termino desembocándome en una vertiente melosa y cursi. A veces lo cursi es pertinente; pero frecuentemente está fuera de lugar. Esos "no puedo vivir sin tí" o los "mi vida no está completa si no estás" pueden ser gatillazos. Más que enternecer, asustan por lo obsesivo del tono. Hay muchas maneras de demostrar nuestro amor. Encontremos una que nos represente, que sea única y especial.

Ahora, si ya lo hicieron y le declararon su amor incondicional y eterno a esa, su media naranja, traten de que todo fluya. Si provoca ruido, retrocedan. No todo está perdido y no siempre se está en el mismo nivel. Es usual que uno ame más o que el otro nos quiera de distinta forma. No dejemos que los fantasmas de la inseguridad saboteen nuestra relación. Demos espacio, sacudamos la cabeza y ocupemos nuestras energías en desarrollar nuestro equilibrio emocional, la acertividad para interpretar las señales que se nos dan y el conocimiento mutuo que permite entenderse y complementarse.

Pero ojo, amar nunca será algo malo.

1 comentario:

  1. oajita leer sorry toi apurada xD!
    ^__^ wiwii te dejo en mis link :B

    beso!

    ResponderBorrar

RELACIONACIONES