Pestañas

julio 26, 2011

De esos reencuentros propios pueriles

En mi tiempo solo, me he dado cuenta de que realmente lo disfruto. Y es que no es esa soledad desgarradora, porque estoy lleno de gentes que me desmuestran cariñito, de ese que a uno le falta de vez en cuando.

Es más, he estado recurrentemente gustando de aquí para allá, como si lo que me entretuviera ya no fuese solo dar un beso, o tocar quizás donde a quizás quien. No. Ya lo que me resulta divertido está pasando a ser un sentimiento, ese que te hace darle vueltas a las facciones de aquél ser humano toda una tarde. De ese que después de escuchar una canción bonita te deja una melancolía de la que no te acordabas. Hacía tiempo no me gustaba nadie, hacia bastante tiempo, y ha sido genial darme cuenta de que hay personas que realmente valen la pena conocer.

Más encima la atracción es hasta intelectual, en algunos casos. En uno, principalmente, lo cual me llena de satisfacciones.

Más encima a uno le vienen como esas incertidumbres pueriles acerca de la reciprocidad o cuanta cosa de quinceañero.

Más encima hay un desliz imaginario que tiene su propio desliz.

Bleh, si igual nomá que no hace menos bacán toda esta última ola de visceralidades. Es como el reencuentro con varias sensaciones que tenía perdidas y todo eso que ya he dicho. Me dan hartas ganas de repetirlo, porque es despampanante toparse con trapos así de viejos.

Me quiero puro alargar... Pero hay que ver como sigue todo. Como sigo yo mismo con todo.

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