Pestañas

mayo 14, 2010

Concreciones

Si me preguntan cuáles son mis razones para querer abandonar el nido tengo un par, pero son más bien difusas que concretas. Principalmente porque el clima familiar es monótono y los conflictos, como en cualquier conflicto familiar, tienden a ser consecutivos y a tener más o menos la misma dinámica. Es por esto mismo que a ratos pareciera que todo va bien cuando faltan sólo un par de medidas de tiempo para que se repita la noche espasmódica de sucesos violentos. No estoy dispuesto a pasar por ello otra vez. Puede alegarse que no es tan frecuente como para armar todo un show como el que armo, pero no es necesario que sea frecuente, la cualitatividad de los sucesos es lo que más importa. Se puede decir que estoy desconociendo totalmente el esfuerzo que mi padre y mi madre han hecho por mi pero es todo lo contrario: ellos tienen su dinámica relacional y por mucho que a mi no me guste, es su propio tema. Lo que yo hago hoy es mirar hacia otro lado, cambiar de ambiente, salir y alejarme del lugar que me desequilibra. Si. Todo el tema de la subjetividad en la que se basan mis acciones puede sonar etéreo para aquél o aquella que fundamente sus acciones en la racionalidad objetiva y material a la que se ha acostumbrado la gente, pero esta vez prima lo que yo necesito. Y necesito un lugar donde se discuta menos, donde mi espacio no se vea transgredido, donde mis responsabilidades tengan que ver conmigo mismo... En resumen quiero un lugar donde pueda aplicar todo lo que he aprendido en mi familia y a lo largo de mi infinitamente corta vida.

Esta idea la tengo desde octavo básico. Esto da cuenta un poco de la carga que, de alguna manera, tengo en mis hombros. Cuando uno es un hijo en una familia donde las figuras de autoridad son autoritarias es dificil insurreccionarse, sobretodo cuando uno tiene un padre que prácticamente "no comete errores" -o tiene justificación para todos sus actos-. Es imposible tener la razón, es imposible estar en lo correcto si incluso cuando ha estado a punto de chocar tiene una explicación para afirmar todo lo contrario. Todo esto se vuelve importante a la hora de plantear las cosas que son importantes para uno e intentar que se entiendan, se comprendan, se acepten y se apoyen. Cuando era más chico aún quise vivir una experiencia que se llamaba ENE (Encuentro de Niños en el Espíritu) y mi papá, arguyendo esos argumentos tan lógicamente totalizantes, nos privó de terminarla. Luego vino mi licenciatura de octavo a la cual no fue porque prefirió quedarse durmiendo (descansando del trabajo o fermentando, da igual. No fue y eso es lo que importa). Esas dos cosas son básicas a la hora de concretar mi descontento con la actitud de mi padre pues son momentos importantes que me gustaría haber vivido con él -o con su apoyo- y nunca los tuve porque nunca fue importante para él. Y ese es el punto: si no es importante para él, no vale la pena. Luchar contra eso, hacerle entender a una persona de mente "abierta" (según él) la diferencia entre lo que ME importa y lo que TE importa es increíblemente dificil. Hasta hoy no puedo.

Por otro lado está mi madre, esa sumisa y esclavizada mujer que poco y nada hace cuando tiene que hacer pero monta un show espeluznante justo en el momento menos indicado. ¿Falta de tino? No lo sé y la verdad es que me desligo del tema porque por mucho que hayamos conversado, discutido, peleado, esquematizado e intentado todos los abordajes posibles para el tema su comportamiento no cambia. Ni cambia el de mi padre, por lo tanto su relación sigue sentada en las mismas bases. Y uno, como hijo, al medio de todo. En lo que respecta a mi hermano es un caso de individualismo extremo: no quiero, no puedo, no lo necesito, etc. Es el vivo reflejo de todos los errores de mis padres. Es el menor por lo tanto es el consentido, el malcriado, el que tiene todas pasadas. Y ya no vale la pena castigarlo porque simplemente se pasa por la raja a todo quien lo critique...

Por eso y un par de cosas más que ahora no recuerdo es que he decidido irme de mi casa y llevar a cabo el plan que, por una promesa falsa de cambio en cuarto medio, no concreté. Hoy sí quiero y estoy decidido. A ver qué me entregará la vida.

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