Pestañas

diciembre 16, 2012

[minicuento] "Mucho mejor, Te Seguiré Abrazando"


"Te odio por no sentir, y te amo cuando me levanto con ganas de convencerte, esas que nacen de cuando la noche anterior hablamos y reímos gracias a mensajes de texto. Siempre vuelvo, porque me gusta acercarme aunque me duela alejarme después. Es un masoquismo a medias, y bonito a medias, también se puede decir. Bonito al fin y al cabo. Me gusta cuando nos abrazamos y me preguntas “¿qué haremos ahora?” y te respondo “quedarnos así por siempre”. Sé que te sonrojas porque te quedas callada, y yo me quedo callado también porque me gusta tu silencio, pues me hace escuchar tus latidos. Cuando estamos cerca me gustaría decirte que la vida es eso que quiero pasar a tu lado, pero no quisiera hacerme ver exagerado, me gusta la sutileza de la poesía. Suelo pensar a veces que aunque dejes que yo te me vuelva a acercar, sabiendo a ciencia cierta lo que busco en ti, es porque te gusta que yo te guste, pero te da miedo que me gustes tanto. Y es que a mí la verdad no me importa tanto cuánto llevamos de conocernos, sino qué tanto nos vamos a conocer. Cuando veo que me escribes, sonrío y pongo cara de que te amo, y aunque no conozco mucho los lugares donde resides, las personas con quienes convives día a día, amo lo que tenga que ver contigo por el simple hecho de que tenga que ver contigo. Me gusta acercarme a ti porque de manera inexplicable se me llena de confianza el corazón cuando me hablas. Y pienso, pienso mucho. Me hago preguntas peligrosas, como esa de qué me falta por darte, y la otra de cuáles otras maneras puedo encontrar de decirte cuánto me importas. Y la más peligrosa de todas, esa en la que me pregunto si tú podrías ser el amor de mi vida, y me respondo que en realidad, por todo lo que late mi corazón con lo relacionado contigo, eres algo mucho mejor." 
— Mucho mejorTe Seguiré Abrazando — J. Porcupine (via autosuficiente)

diciembre 13, 2012

Relaciones abiertas: De posesión y patriarcado



Tener una relación abierta puede ser problemático para muchos y muchas. Lo importante, siempre, es la confianza. Sin esto, les digo, la relación está destinada al fracaso. 

No vamos a decir que es fácil, que es simple y siempre entretenida. Hay momentos en los que se sufre, porque tenemos arraigado en nosotros la posesión: Nuestra pareja es nuestra y de nadie más. Es una cosa, un artefacto, un objeto que nos da placer y compañía. Esto es herencia directa de una cultura patriarcal, con lo que ésta configuración relacional genera una ruptura al dejar los cuerpos libres y desposesionados. 

El modelo hegemónico de relaciones tiende a producir binarismos. La monogamia no siempre ha sido la forma en que se articula el amor, por lo demás no hay ninguna persona que, estando en pareja, no haya sentido algún tipo de atracción por otra persona. Eso es natural. Es natural sentirse atraído a otros seres humanos, es natural querer a más de una persona, es natural sentir deseo por otros y otras. Es completamente antinatural reprimir lo erótico y condenar valóricamente a quien experimenta, prueba o vive su sexualidad de manera heterodoxa.

Tampoco se trata de libertinaje, pues en general siempre se tiene una pareja principal, un compañero o compañera a la que siempre se vuelve. Por eso es que usualmente se dice que la relación abierta es una licencia para ser infieles, pero es más complejo que esto, ya que la infidelidad es un contrato entre las personas que conforman la relación y los términos de este contrato varían de una pareja a otra. Así, para una pareja tradicional los términos de la infidelidad serán cualquier conducta que implique expresar interés por otra persona. Hay permiso incluso para los celos, considerados como expresión de la importancia atribuida a la relación, cuando en realidad no son más que reacciones irracionales que responden a este fenómeno de la posesión, de la tenencia de los cuerpos. Pero para una pareja no tradicional que se haya configurado desde la apertura y la libertad, el significado de la infidelidad se adecúa a las necesidades que cada persona tiene, es decir: si yo necesito que me hagan sentir seguro de cierta forma, lo pido y se conversa. Lo mismo se espera de la otra persona, quien expondrá cuáles son sus necesidades y el contrato tendrá todo lo que permita a la pareja disfrutar de la libertad pero sin pasar a llevar a la otra persona, sin hacerla sentir insegura y siempre reforzando la relación principal. Como ven, sí hay reglas. 

Y hay reglas no porque no podamos escapar de un sistema normativo, patriarcal y positivista, sino porque es siempre necesaria, a mi manera de ver las cosas, la reconquista constante. Una relación abierta puede traer consigo malosentendidos, inseguridades, bajas en la autoestima, etc. Esto se puede evitar estableciendo un marco para la acción, una cancha en donde el cuerpo pueda moverse, disfrutar y encontrar placer sin generar en el otro una sensación tan ambigüa. Sí puede haber estabilidad, pero hay que cuidarla, porque estas relaciones son más frágiles, dada la naturaleza de nuestra socialización posesiva. 

Por otro lado, a mi me interesa también especificar hasta dónde se puede llegar en los encuentros que se dan en el día a día, o noche tras noche. En lo personal, considero que los encuentros deben ser furtivos, nunca dos veces con la misma persona (aunque eso es conversable), y nada de exes. Eso en términos del quién. En lo que respecta al qué, para mí esto es algo completamente acordable y los límites se establecen en orden de importancia. O sea, si para mí una situación íntima tiene que ver con besar a alguien, prefiero negarme esto y guardarlo para mi pareja principal. Si para mi pareja es más íntimo el sexo, pues entonces se reserva esto para mí. O viceversa. Por esto es que siempre digo que el contrato de infidelidad es flexible y propio de cada relación, pues se ajusta a la comodidad, al nivel de confianza, a la capacidad de desarraigo y a la calidad de la relación. 

Debemos considerar que la ausencia prolongada o los constantes planes cambiantes o repentinos pueden generar una sensación de vulnerabilidad en la pareja. Por eso es mejor estar en contacto constantemente, no con el afán de tener a raya a la persona que se está divirtiendo, sino con la intención de estar tranquilos y evitar las sorpresas. 

Es, también, necesario tomar en cuenta lo importante de la reconquista constante, pues esa la base del amor duradero. Son aquellas parejas que han entendido que durante los años han ido cambiando y que ya no son los mismos de antes, pero han encontrado la forma de seguir enamorados las que perduran, ya que los cambios que han visto en la otra persona han nutrido la relación y han encontrado la manera de volver a enamorarse una y otra vez, día a día. El amor no es una etapa, el amor tiene fases, pero la conquista y la reconquista debe ser un imperativo. Sobre todo si hay licencia para visitar otros cuerpos. Estar informados de lo que se hace, conversar de lo que se siente, hacerle frente a los problemas cuando es pertinente y disfrutar de momentos para la pareja.

Esto último es sumamente importante, ya que a menudo sucede que uno o una de los dos se relaja y, como pasa incluso es las parejas tradicionales, las actividades, los gustos y los juegos que se realizaban en conjunto se dejan de hacer, pues el sentimiento de seguridad se apodera de nosotros. Y ahí es donde aparece la posesión, pues ya "tenemos" un lugar en ellos o ellas. Ya no hay que hacer más, pues al final de la noche, hagamos lo que hagamos, nos estarán esperando. Y a veces no es así, pues aunque se cumpla el contrato a cabalidad, de repente puede dejarse de lado el tiempo de calidad que pasan juntos. Si eso se deja de lado, no se está construyendo relación.

Esto es tan peligroso como cualquier otra relación, sino aún más cuando las personas no son maduras emocionalmente. Sucede mucho que el balance es difícil de encontrar, y una vez encontrado, es difícil de mantener. Requiere esfuerzo, sinceridad y una conexión intensa. De otra forma, en esta como en cualquier otra relación, el vínculo se desgasta. Esto deviene, siempre, en una infidelidad concreta o el quiebre. No es más peligroso, ya que pasado esto siempre se buscarán otros brazos. Por eso, cuidado.

Evitar las discusiones porque la otra persona se lo puede tomar mal, o tener miedo a generar rechazo por expresar nuestras necesidades son errores comunes. Si algo he aprendido, es que la primera fidelidad debe ser con uno o una misma. Si no me soy fiel a mi mismo, con dificultad podré serlo tanto en una relación monogámica como una más libre y abierta. La honestidad es requisito principal, así como la disposición a la conversación y al debate. Discutir sobre los límites, hablarlos, ponerlos sobre la mesa y defender los propios (siempre y cuando tengamos claro que son nuestros deseos y no tienen por qué ser los de los demás) es enriquecedor.

A fin de cuentas, no se trata de decir “hago lo que quiero”, sino de entender que “hacemos lo que nos hace bien”. Por eso los límites, por eso las reglas, pues lo que sirve es aquello que se puede replicar en la pareja. Si la relación abierta se nutre de aquellas experiencias, la vida sexual y afectiva indudablemente mejorará y la confianza y el lazo aumentarán progresivamente.

diciembre 08, 2012

Valentina Roth y la represión sexual


Los desplantes escénicos de Vale Roth son ya comentados en todas las redes sociales, y no es de extrañarse. ¿Qué genera tanto ruido? ¿Es realmente a raíz de un comportamiento deplorable? ¿Es realmente condenable?. Espero que luego de este análisis, algunos y algunas puedan sacar conclusiones que lleguen a reconfigurar sus nociones en torno a la imagen de castidad y pureza virginal que se les impone a las mujeres.

No son pocos los videos en los que la señorita Roth ha mostrado sus habilidades sociales. En ellos tenemos una variedad de situaciones que psicólogos RN o UDI podrán enlistar en sus manuales sobre indecencia  faltas a la moral y ofensas a la madre patria... Qué se yo. No solo podemos ver su escultural cuerpo, sino que podemos escuchar su argumentación profunda y elaborada en relación a lo que se dice de ella. He aquí el último de los videos que se ha viralizado en la red, el cual ha motivado esta entrada:


Y la verdad es que describir cada situación ya parece irrisorio, pues es conocimiento masivo el hecho de que Valentina Roth disfruta de lo que el clítoris puede darle y no tiene ningún tapujo con ello. Por lo bajo, a mi me parece admirable. Rompe con toda la imaginería de la santidad de la vagina y de la virginidad virtual obligatoria. Barre el piso, por decirlo así, con los deberes morales impuestos sobre los cuerpos femeninos y, aunque no es ni una académica ni una erudita en el tema, ella sí sabe cómo pasarlo bien. Pero no le sale gratis, no en Chile.

Los comentarios en relación a lo que hace, dice y muestra son variados y van desde las declaraciones tipo “maraca culiá” a las más sentidas devociones. Más allá de hacer una lista con lo que se dice de esta mujer, quiero centrarme en los elementos que articulan esta animadversión con el placer y los orgasmos, porque al final del día siempre me pregunto ¿qué es lo que molesta tanto? ¿qué provoca tanto despliegue de comentario despectivo?

Me es imposible no referirme al estudio de la sociedad en esta materia, ya que existe un ordenamiento político que administra el placer. Sobretodo en la sociedad occidental, lo erótico tiende a ser al mismo tiempo una prohibición y una invitación: Vemos cervezas asistiéndose de voluptuosas señoritas, vemos estrellas pop persiguiendo una juventud perdida para mantenerse deseables, escuchamos gemidos en sus canciones, nos rodea y atraviesa el sexo, el cual es sobretematizado, nominado, discutido y transmitido. Como si no fuera un mensaje contradictorio tenemos el mensaje abstinente de la iglesia, la preocupación por la edad de la primera relación sexual, el silenciamiento del tema frente a menores de edad, la vergüenza en la compra de condones... Así, ¿quién entiende lo que es saludable?. El embrollo que debe tener la gente debe ser increíblemente complejo. Y en medio de esta censura sobretematizada del sexo, éste se llena de misticidad, de magia y el impulso a practicarlo se refuerza desde el primer orgasmo. Y ya, si no lo pudimos evitar, por último que no se transmita la plaga de las relaciones premaritales.

Este caótico devenir, aparte de generar confusiones y desinformaciones terribles, termina por construir una lógica cínica impresionante. Es decir, finalmente el problema no es que efectivamente estés teniendo sexo, sino decirlo.

Hace ya varios meses el MOVILH estuvo peleando la primera gran demanda de la Ley Antidiscriminación (por favor, no le digamos más Ley Zamudio que el pobre debe estar revolcándose en su tumba), la cual consistía en que una pareja de lesbianas había sido discriminada arbitrariamente por un cierto motel, al cual no las dejaron ingresar por su orientación sexual. Hoy, por twitter, apareció en mi TL un twitt que decía “Que te muestren en a tele porque ibas a un motel es cuático”. Yo me pregunto, ¿por qué es cuático?. Resulta que en medio de las conversaciones con este contacto, el problema no era la concurrencia al motel, sino el hecho de salir en la televisión dando cuenta de ello. Es decir, si la pareja (ésta o cualquier otra) quiere ir a un motel, que vaya. Pero que, por favor, no lo convierta en un tema público. ¿Qué hay que esconder? ¿Qué es lo que no se puede mostrar?. Las parejas usualmente desarrollan deseos sexuales en torno a la otra persona. Las parejas tienen sexo: Se besan, se acarician, se regalan orgasmos y algunas gustan de utilizar el amplio servicio de motelería que se ofrece en el contexto urbano. ¿Cuál es el gran problema?.

La idea de que los moteles los usan los amantes, las parejas clandestinas y quienes quieren “escapar” de algo es una idea añeja y pasada de moda. Los moteles brindan un servicio cómodo, tranquilo, incluso a veces hasta limpio. Es un espacio donde se puede practicar sexo doce horas seguidas y todos los implementos te son entregados sin ningún problema. La sexualidad se despliega en todo su esplendor. En vez de considerarlo como un problema, yo preferiría catalogar esta práctica como una posibilidad de que los cuerpos disfruten y alcancen un desestresante, estimulante y endorfínico orgasmo... O varios. ¿Por qué se tiene vergüenza de algo tan exquisito?

Valentina Roth entiende muy bien ésto, y no tiene ningún pelo en la lengua para decirles atoda esa manga de cartuchos y cartuchas que digan lo que quieran, porque sus labios están listos para recibir más besos y su boca también. Y es ésto lo que molesta: Que una mujer que debería estar guardándose para su marido esté repartiendo la idea de que el sexo es bueno, saludable y agradable. Una mujer viviendo libremente su sexualidad es peligroso, porque luego querrán hacer valer sus derechos humanos. Y quizás hasta generen un cambio cultural en torno a la vivencia de la sexualidad. A lo mejor las mujeres comprenden que no es el rol de los hombres el pedir pololeo, ser activo, excitable y nonstop en la cama. A lo mejor pueden tomar la iniciativa y ahogarse en endorfinas.

El otro día mi primo dijo “(...) no sé por qué le ponen tanto color, si ella hace lo que hacen todas las minas después de una disco o hasta dentro de ellas. Es la típica mina que ves en la pista y dices “a esa mina me a voy a comer hoy”, y haces todo lo posible para que se fije en ti porque te prende”. En su propio lenguaje, cuanta razón.

Lo mismo pasó con la mujer que, micrófono abierto, se jactó de su habilidad para contener las gónadas masculinas dentro de su área bucal, o en lenguaje popular, “hacer un quico”. Pero la lapidaron. Hasta el padre saldría más tarde en un diario de circulación pidiendo disculpas. ¿¡Disculpas, por qué!? Por favor, que alguien me pegue una cachetada si no me estoy dando cuenta de algo, pero es que aún no veo nada de malo en que ella esté tan orgullosa de tener una habilidad que, en lo personal, me volvería loco. De hecho, todas las mujeres deberían dominar estas técnicas. Les aseguro que vivirían felices entendiendo que el sexo es algo bueno y que su vagina es su mejor amiga -y nuestra también.

Todo lo anterior debe reflexionarse seriamente, pues la violencia contra las mujeres tiende a tomar por argumento el hecho de que se vistan, se vean y sean sexys. Vestirse con una minifalda no es el error, el error es dejarse llevar por un impulso agresivo. Creer que las actitudes de las mujeres son el motor de las acciones violentas es asumir que en realidad el hombre no se puede controlar, por tanto de la mujer es aquella tarea y, disculpen, pero eso me ofende profundamente. Por eso es nuestra tarea, como hombres conscientes y equilibrados, transmitir estas aseveraciones. Debemos comprometernos con un mundo donde no hayan privilegios otorgados en base al sexo, asumiendo que ser hombre merece más libertad.

Cada uno y una tiene el derecho a expresar de la forma que más le plazca su sexualidad y nadie puede tomarse la atribución de cuestionar esas decisiones o pretender ser un observador de la moral. Dejemos de participar de la reproducción de patrones represivos, que el sexo es para disfrutarlo.

diciembre 01, 2012

Diferencias entre la Vedettón y Mister Teletón

En lo personal, el show mediático completo de una Teletón que tiene poco de solidario y caritativo, y que en realidad funciona simplemente para generar publicidad barata y crecimientos desmesurados del capital de multitiendas, hypermercados y diferentes marcas transnacionales me importa bien poco. Me molesta, de hecho, que sea un mal necesario, pues lamentablemente en Chile los legisladores no legislan, no trabajan, se ausentan y, peor aún, no representan a la ciudadanía sino que prefieren defender sus cuotas frente a los grupos económicos nacionales e internacionales. Dicho ésto es que el siguiente artículo se presenta no como una crítica a la puesta en escena de Don Francisco, sino a una situación que se da dentro de este gran show.

Las estrategias comunicacionales que la Teletón tiene para motivar al público son diversas y me parece que, como evento publicitario funciona perfectamente: Las grandes brands se pasean por su escenario pavoneando su hipotética solidaridad. Entre estas estrategias está el bloque de humor, las historias de vida, Mister Teletón y la famosa y ultrajada Vedettón.

Insisto: Como venta de ideas funciona excelente, y el rating es elevado siempre. Pero la Vedettón tiene algo que me hace ruido, y en esta entry pretendo identificar exactamente qué es. Partamos desgranando el choclo, porque no puede ser simplemente la inclusión del desnudo en la televisión  No soy tan conservador como para no disfrutar de un lindo cuerpo, de unas lindos senos y unos glúteos trabajados. Por favor, las señoritas Ríos, Borghi, Bustamante y todas las que les siguen en la lista hicieron de sus perfomances un verdadero ejemplo de belleza occidental, colores, luces y gritos efervescentes. No voy a ser tan mojigato como para decir que no me encanta a exhibición pública de cuerpos que inspiran deseo. A esta sociedad le falta liberarse de su acartuchamiento y empezar a entender que el cuerpo desnudo no tiene por qué ser objeto único del arte, sino que la vida cotidiana ansía deleitarse con protuberancias, firmeza y erotismo.

Y así dejamos de lado de un principio a la desnudez. Pero, si no tiene que ver con ésto, ¿qué más?

En el afamado Mister Teletón tenemos a varios hombres, todos mayores de edad, mostrando sus aptitudes viriles. Ya no es ni un mito ni pertenece a áreas reservadas el hecho de que para ser un “hombre sexy” no se necesita acarrear grandes troncos, mostrarse tonificado y apretadito ni poseer exuberantes abdominales. Usualmente las características masculinas difieren tanto de uno a otro hombre que, por ejemplo, Longhi y Camus desfilan en boxers dando un entretenido espectáculo, dejando por el suelo el supuesto de que el six pack, la sonrisa sexy, la postura erecta y el saludo tímido son los atributos de un candidato al premio mayor. Ni siquiera el ganador, Marocchino, salió con la pose de un adonis: Broméo, bailó, mostró sus tonificados músculos en medio de movimientos más graciosos que sexys y luego salió tranquilo de la pista. Y es que ojo, las juradas exigen simpatía y humor como elemento principal, no el esbelto cuerpo de una estatua griega, a pesar de los toqueteos que tuvieron estilo y fueron graciosos y sensuales, agradables.

En la Vedettón, que se muestra casi a las 5 de la mañana, a diferencia del show anterior que se hace en horario para todo público, opera un reglamento totalmente distinto: La candidata debe mostrarse fiera, gatuna, curvilínea, esbelta, tetona y potona, ojalá guiñarle al jurado, bailar sensualmente, tocarse con los bailarines y levantar la pierna, pero por sobretodo, quedarse con la menor indumentaria posible procurando desnudarse completamente. Luego debe quedarse a la mirada de un auditorio expectante y enardecido para saltar, mover la colita y besar a tanto hombre como se le ordene.

¿Ven las diferencias?

¿Qué hace que un show sea tan distinto al otro? ¿De verdad le ponemos color con esto de que a las mujeres se les trata violentamente? ¿Deberíamos molestarnos por ésto o mantener silencio y dejar que la gente disfrute?

Partamos por lo básico: Nadie puede decirle a la otra persona qué pensar, qué hacer, por qué reirse y cuándo callarse. Quisiera explayarme más en este punto ya que la idea de la falsa tolerancia abunda después de un Movimiento Estudiantil que ha puesto en la mesa todas las desigualdades, injusticias y mentiras que la realidad nacional encubre, silencia y la sociedad civil prefiere no escuchar para vivir más felices o “porque siempre ha sido así”. Lamentablemente hay mucho que decir sobre la falsa tolerancia, pero la conclusión que se nos debería grabar es la siguiente:

Si yo expongo mi opinión al resto, debo ser suficientemente inteligente para saber que estoy iniciando comunicación, por lo que de seguro recibiré opiniones de vuelta. Pedir respeto intentando acallar críticas es como pedir que la ola no nos moje en el mar porque queremos disfrutar sólo del agua.

Dicho ésto, a mi me molesta de sobremanera que los espectadores no comprendan la diferencia... cómo decirlo... simbólica, entre lo que acontece en un escenario y lo que sucede al detenerse la música. Y pido la ayuda de los y las enteradas en esta diferenciación para que me expliquen seriamente el switch, pero por ahora me dedicaré a intentar describirlo fehacientemente.
Y es que no puede ser tan complicado de entender que una performance como la de las candidatas en la Vedettón pretende estimular y generar placer, claro está, pero ese placer es visual. No importa la música, no importan los bailarines y probablemente no importa el color del atuendo de la protagonista. Importa que se vea sexy y que cumpla con los requisitos que mencionaba más arriba. Hasta a mi me parece atractivo y agradable hasta este punto. El topless, la diminuta cubierta de la señorita de verde y la mirada de gatúbela de las participantes es, por lo bajo, excitante. Pero termina la música y se suceden una serie de momentos asquerosamente incómodos que tienen que ver, yo creo, con la imposibilidad de la audiencia -sobreexcitada- de comprender que acaba de terminar la performance y no es necesario que le pidan quedarse. No es un lapdance ni la exhibición de artefactos de placer: Es una persona, una mujer la que mueve las caderas sensualmente en un escenario.

Ahora, estoy seguro que a varias de las participantes no les molesta saltar, mover la colita y quedarse a que las miren depravadamente o que las abracen. Pero a mi me produce una sensación de incomodidad asquerosa. Son mujeres que libremente acceden a jugar el papel de juguetes sexuales, de cuerpos vacíos, de cosas. Es lamentable, pues terminan siendo víctimas igual.

Por otro lado, el argumento que versa “ellas saben a lo que van” me parece indiscutiblemente ridículo. Es, escencialmente, el mismo argumento que indica que las mujeres violadas “se lo buscaron”. No me voy a referir a ésto porque lo considero una pérdida de tiempo. Es irrisorio, y punto.

En definitiva, la Vedettón es un show violento, no por la exhibición de pechugas y potos. Lejos de eso, por lo que sucede luego de la performance: La vulneración de la dignidad de aquellas mujeres que brindan un espectáculo de calidad -o a veces simplemente mueven de aquí a allá sus atributos y con eso basta. El peak de la incomodidad y la motivación de este artículo apareció en la “conversación” con Antonella Rios, a la que no le devolvieron el sostén aunque ella lo pedía con una incomodidad penosa y a la que le pidieron la colita a lo cual ella se negó. Fue evidente lo pasada a llevar y agredida que se sintió. Si no se fue corriendo de ahí es debido a su calidad de figura pública y, quizás, su fuerte compromiso con la Teletón misma o quién sabe por qué. Tras el análisis de todo esto, no creo que la conclusión principal sea que le pongo color.

Y para cerrar esta entry, me gustaría responderme a mi mismo y explicar por qué un show es tan distinto a otro.

Lamentablemente tiene que ver con una dimensión más compleja, puesto que responde a un régimen político en torno al sexo, donde los hombres pueden disfrutar, deleitarse y utilizar no sólo la figura o la imagen, sino el cuerpo y hasta la vida de una mujer. Claramente sería necesaria una jornada de conversaciones y conocimientos compartidos para poder entender cómo se desarrollan estos mecanismos y cómo se perpetúan en las conciencias de hombres y mujeres, pero al menos podemos intuirlos a partir de estas reflexiones. Así, no le interesa a este ordenamiento el cuerpo del hombre, por lo que se le deja ser, no se le manipula y en el escenario tiene plena libertad para mostrarse sin exponerse completamente. El sistema lo cuida, lo protege de las situaciones embarazosas y no da permiso a la mujer para apropiarse de él. De hecho la exposición del cuerpo masculino como pleitesía al deseo femenino ocurre en la intimidad y en el escenario. En ningún otro momento la mujer lo posee. Así se produce el concurso de Mister Teletón.
Pero el cuerpo de la mujer debe estar a la vista de todos, debe someterse a la voluntad colectiva de los hombres: menearse, obedecer, ser sexy, provocar deseo, ser bella y hablar poco. Los hombres tienen completo derecho a exigir ver más, tocar más, acercarse más. Así funciona, y eso es lo que se reproduce en la Vedettón.

Para finalizar, los dejo con una performance que cumple todas mis exigencias por ser clásica, entretenida, graciosa, sexy y por tener a una diva de protagonista, aunque no la hayan dejado hablar. Mis felicitaciones para Maripepa Nieto.

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