Pestañas

octubre 04, 2012

Exorcismo: Crónicas de un amor añejo


Hay una historia que me gustaría compartir no por su hermosura ni por su idoneidad. Esta historia no tiene ni un final feliz ni grandes eventos. Es el amor pueril que no me ha dejado de perseguir y que, por fin, puedo sacudirme.



LA VIEJA HISTORIA

Es así, vieja. Es añeja, y lamentablemente fue la mejor época. No me aferro a ella, aprendí a no hacerlo, porque quien eras, quien conocí no es el que eres hoy. De hecho no tengo idea de quién eres, qué quieres, qué necesitas. No tengo idea y la verdad me interesa poco. has pasado de ser un bello recuerdo a ser un sabor amargo, ausente. Y estoy bien con ello.

Es gracioso, pero la virtualidad dio paso a una experiencia inolvidable para mi. La hermosura de descubrir que, a varios kilómetros de mi pantalla, otra persona podía hacerme sentir amado era increíble. Me enamoré. Sería ridículo admitir lo contrario, porque estuve obsesionado, desesperado. La costumbre de esperarte se había hecho rito, y no pasaba un día sin pensar en besarte, tocarte, contarte todo al oído. No había cosa que no me gustara de ti. Sentía que conectábamos en todo, que nuestras noches eran las más especiales. No me importaba cuantas personas estuviesen siendo felices en ese momento, porque dificilmente podrían haberse sentido como yo me sentía: Por unas cuantas horas, en el silencio de mi casa, me sentí pleno.
El temita de la virtualidad hacía todo más romántico, porque al no conocer tu cuerpo, no haberte escuchado, no haber compartido una tarde de la mano, o simplemente mirando el atardecer, terminaba por hacerme pensar que lo que sentía era incuestionablemente puro y verdadero. Me estaba enamorando de lo que pensabas, de lo que decías, de nuestros acuerdos, peleas, de todo aquello que expele el espíritu. Era algo distinto, definitivamente.
No fueron pocas las veces que pensamos separarnos, que la distancia nos haría daño... Fuimos tontos, ingenuos. Eramos pequeños.

Las noches siempre eran nuestras. No exagero cuando digo que teníamos hambre de nosotros. Esas varias veces que pensamos en dejarnos respondían principalmente a nuestro altruismo, a nuestro irrefrenable impulso por hacer feliz al otro, por no dañarnos. Al menos ese era el motor de mis intentos por alejarte, por empujarte a dejarme. Ya lo he dicho: Fuimos tontos.

Entre altos y bajos, entre tiempos intempestuosos, entre silencios y discusiones largas estuvimos un año entero. Nuestra historia está empañada de silencios. Que cómico.
Luego de ese año yo decidí que era tiempo de poner todo de mi por esto que yo consideraba lo mejor que me había pasado en la vida. Estaba dispuesto a perseguir mi sueño, mi pesadilla, mi insomnio y mi ansiedad. ¡Era tan ciego! Tan infante para conducirme... Era dificil encontrar algo que me detuviera si pasaba mis días pensándote, imaginando que compartíamos una cotidianidad de exquisiteces. Me la pasaba hablando con un fantasma, ideando la manera de contarte mi día apoyado en tu hombro. Me levantaba y me dormía dándole vueltas a la situación, recorriendo tu cara que sólo existía en imágenes en mi escritorio.

No creo que lo sepas, pero fuiste la gran razón de mi esfuerzo al final de mis días de estudiante secundario. Te quería cerca con tantas ganas...

Fue con todo esto que, en medio de un Octubre no aguanté más y decidí viajar a verte. Mi excusa era una gran pelea con mi padre -una de tantas, por lo que sin preguntarle a nadie corrí a Santiago. Corrí, escapé, no miré hacia atrás y comenzé a perseguir un futuro en donde estuvieras tu, conmigo. Nunca me arrepentiré de haber visitado ese universo en donde todo fue perfecto, porque esas, las horas más hermosas de mi vida, se han convertido en la vara que mide mi felicidad. Recordarlo no se me hará dificil jamás, porque llevo marcado en mi cuerpo las escenas de esa noche. Esa exquisita noche contigo. Esa fatídica primera noche contigo...

UN VIAJE A MARTE QUE NUNCA SUCEDIÓ

Entre promesas de amor y mails rebosantes de ternura, de energía, de burbujeantes deseos y ansiedades mis planes fueron decayendo. Era un niño y no entendía de muchas cosas. Cegado, como he dicho, perseguía una realidad dando pasos demasiado amplios para mi corta estatura. Por lo demás creo que nunca entendiste todo el esfuerzo que hice, todo lo que me desgasté tratando de alcanzarte, todas las veces que tuve que intentar acostumbrarme a la idea de dejar a mis amigos, a mi familia... Todo lo que conocía era el precio que, sin dudar, estaba dispuesto a pagar. ¡Que tonto era!

Llegaba Diciembre y las postulaciones estaban dándonos la cara. Y decidí viajar, otra vez. Viajar a conocer mis resultados, viajar a conocer que deparaban esos números para nosotros. Apenas los tuve ya sabía que había tropezado, que no había otra manera. Respiré y me dispuse a verte, a contarte que mi vida seguiría en Concepción. Fue una triste sorpresa saber, ese día, que estabas pensando en alejarte más. Sería un agrado saber, más adelante, que no lo harías.

Mis planes, a pesar de todo, no cambiaban. Romántica y estúpidamente pensaba que mi destino eras tú

Lo que había parecido una estrategia concreta se esfumaba, se alejaba; y mi viaje se convertía en una visita, un destello, un pestañazo. Recorrimos algunas calles y dimos vuelta la incómoda situación de sabernos en el fin. Fue el “adiós” más alienado que pudo existir. Entre risas, bromas, y la búsqueda de un regalo material inexistente, todo parecía ser perfecto. Hasta creo que lo fue.
De lo que estoy completamente seguro es que tus lágrimas y tu adiós silencioso, tu mirada cuando bajaba hacia el metro serán momentos que me conmoverán toda mi vida. Te amaba.

Terminé estudiando lo que amo en una escuela llena de luces que marcaron mi existir y me ayudaron a perseguir el conocimiento que necesité. Mi vida, mi crecimiento no se detuvo por ti, pero tengo claro hoy que estuve en stand-by, cual artefacto electrónico.

Y NOS ME VOLVIÓ A PASAR

Pasaron años e intentamos ser amigos: No funcionó.

Mi vida continuó y aprendí mucho de mi mismo. Pero...

... Más rápido de lo que pensé se acababa la Universidad para mi y mágicamente mis deseos de arrancar, de volar, de irme del nido me perseguían -otra vez.

Fue el verano pasado cuando terminé trabajando, ensimismado en mis deberes. Quería comenzar lejos, otra vez, todo de nuevo, arrancar y allí estuve, en Santiago, donde siempre quise estar. Solo. Al fin mi espacio, al fin mi vida, mis códigos, mis leyes. Al fin dependía de mi lo que pasara conmigo. Al fin tenía tiempo para pensar-te... ¿A cuántos pasos estaría de ti? 

No perdí la oportunidad de avisarte que venía, de contarte que al fin no habían barreras... 

Tu mail apareció mágicamente, así, sin avisar. Realmente sentí que algo de otro mundo estaba brillando sobre nosotros, y mi amor, que nunca se había muerto, volvió a despertar, y volvieron mis piernas a temblar... Y es que aún hoy no entiendes lo que provocabas en mi.

Fuiste lo primero a lo que até mi llegada, pues minutos antes de verte soltaba lo último que quedaba de Concepción en mi. Y ahí estabas tú: Nervioso, ansioso, con cuántas expectativas... Hermoso como siempre. El sol se posaba en tu cabeza, y por medio de tus ojos entrecerrados podía recordar todo e imaginar lo que vendría. Mi corazón quería salirse de mi cuerpo, mi cuerpo entero fundirse con el tuyo... Habían tantas posibilidades...

CAÍDA LIBRE

Unos besos, unas caricias, un atisbo de intimidad y luego un silencio ensordecedor. Y no entiendo nada. Pasé semanas tratando de entender, buscándo una respuesta... Esperando una. Nunca llegaba, y decidí tomar las riendas y preguntar... Y nada.

No creo que entiendas. No creo que te imagines. Espero que no lo hagas, pues si tienes todo claro y lo has hecho a propósito no hay explicación que valga; porque fuiste cruel al desaparecer. Porque has sido ambiguo al dedicar un par de palabras a la semana. Porque me has tenido en tu mano y me has dejado caer como si realmente los besos, las caricias, el tiempo y las risas no hubieran sucedido. Como si no hubiera significado nada. Como si tu cuerpo no hubiese respondido el llamado del mio esas varias noches. Como si, lisa y llanamente, yo no te importara. Por eso cruel, por eso injusto.

No hay nada que explicar, decías, y yo ahí atónito.

Ya ha pasado tiempo y hace rato decidí descolgarme de ti. No tienes idea de lo lejos que estoy de la persona que te amaba incondicionalmente, porque si me encontré una y otra vez contigo en mi vida fue para aprender una lección: No merezco nada menos de lo que quiero, y no quiero a alguien como tú ni entre mis sábanas ni entre mis latidos.

Tampoco creo que merezcas más que ésto: Un homenaje a todo eso que nunca fuiste.

Ya no te quiero a ti, porque yo no huyo al primer conflicto. Porque quise una vida contigo y tú la rechazaste. Porque tu silencio nunca me hizo bien, y quien no me hace bien no merece estar conmigo.

Si. Tuvimos todas las herramientas, tuvimos todo a nuestra disposición, y perdimos. Tuvimos todo lo que necesitábamos, pero escapaste. Te perdiste, y yo cometí el error de esperar. Pero ya no lo hago, y quizás encuentre a alguien por quien quiera darlo todo. Puede que ese alguien me motive a querer más, a saber más, a conocer más. Puede que ese alguien me haga reir, me haga pensar, me escuche con atención y comparta mis deseos. Puede que lo intente, que me atrape, que al mirarme me haga sentir pleno, completo, especial. Todo puede ser, y no sé qué tanto pueda serlo, pero sí se una cosa: Le cierro la puerta a Nueva York, y tomo el primer tren lejos de aquí; porque fuera de aquel portón me encontré en una Alameda gigantezca, que dejó pequeño a ese callejón.

Esa Alameda es mi vida, mi futuro.
Tú eres todo lo que he sido y que ya no quiero ser.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

RELACIONACIONES