El otro día miraba Tolerancia Cero, por primera vez en varios meses ya que los cambios constantes de lugar vital han generado que mi estancia en los lugares donde, valga la redundancia, he estado, hayan prescindido de televisión y más bien hayan contando con lo escencial: Una cama. El asunto es que en dicho programa se trataba el tema de la causa mapuche, invitando no a un representante originario, sino a un terrateniente por su ímpetu de generar una especie de guerra civil dado su llamado a las armas.
El programa me hizo reflexionar respecto de varias cosas, principalmente sobre la manera en que se resuelven los conflictos en nuestro país. Es significativo el discurso que aquel latifundista presentaba, principalmente porque era clara su escuálida formación en oratoria. Pero ésto se repite en la mayoría de los chilenos y chilenas, por lo que no tiene tanta relevancia. Al menos no cuando se aísla de otros factores, como la reiterativa sensación de que su discurso estaba construido para un evento mediático como la participación en tal programa.
No sé si sorprenda. Al menos no al lector asiduo y crítico del manejo del -mal llamado- "Conflicto Mapuche". Hace sólo unos días, en una manifestación pública frente a La Moneda, un grupo de supuestos agricultores protestaba por la agresividad de mapuche, los cuales le habrían "quemado la casa". Luego de un par de preguntas del periodista, el entrevistado confesó ser sólo un acompañante de su patrón, que no le habían quemado la casa y que el cartel no era suyo, sino que de alguien que se lo había entregado para figurar. En la noticia que se presenta linkeada unas líneas más arriba, también se destaca la sincronía que tienen las declaraciones de Ovalle con las del ministro de Justicia. Suma y sigue.
Luego de ésto y, en realidad, de varias oportunidades en que se ha descubierto la manipulación mediática o, derechamente, los montajes que el Estado de Chile ha orquestado, me quedan serias dudas de cómo se ha llevado el asunto con el pueblo originario.
No se me escapa de la memoria, ya que son hechos recientes, los distintos intentos que en el 2011 se sucedieron en torno a las manifestaciones estudiantiles. Recaredo Gálvez se volvió un caso emblemático, pero como él hubieron varios otros y otras que, luego de procedimientos de detención ilegales y, como es ya clásico, impunes, fueron sancionados por delitos que nunca cometieron.
Los montajes mediáticos se han visto potenciados por el gigantezco despliegue territorial que los medios de comunicaciones actuales ostentan. o es difícil generar un acontecimiento que nunca existió, promover el miedo a algo o alguien, tildar a cierto grupo de terrorista o incluso fingir una paz y sosiego en pos de acallar el reclamo de toda una región. Basta una foto para reportar avances y acuerdos y el Estado de Chile lo sabe muy bien. Heredero de las tácticas estadounidenses para generar gobernabilidad, Chile se ha preocupado de posicionar a expertos de la mentira y el engaño, pues al parecer el atontamiento de la población da frutos en un país donde la desigualdad reina.
La estrategia de solución de conflictos del Estado siempre será -por lo bajo- dudosa, sobretodo dadas las redes con el sector empresarial que se establecen a vista y paciencia de todos y todas las habitantes del territorio nacional. Resulta simple establecer las conexiones y entender cómo se materializan en leyes como la Ley de Pesca, caso reciente que se minimizó en los medios de comunicación mientras centenares de pescadores artesanales y organizaciones de la sociedad civil reclamaban legítimamente el derecho al espacio en esta reformulación. Lo peor tiene que ver con las acertadas declaraciones de Cosme Caracciolo, actual presidente del Sindicato Caleta Puertecito de San Antonio y ex candidato a diputado por la Quinta Región Costa, quien expuso ante un diario digital la estrategia demagógica y fraudulenta del Ministro Longueira.
Hace menos de un mes el Movimiento por la Diversidad Sexual, MUMS, salió a las calles en la Marcha por la Igualdad denunciando el montaje que significaba la Ley Antidiscriminación y publicó un comunicado en torno a la temática. Ley que está lejos de solucionar los problemas de fondo que aquejan no sólo a quienes tienen una orientación sexual distinta: No genera fondos para la creación de políticas públicas de prevensión de la discriminación, relativiza la importancia del derecho a la igualdad frente a otros derechos generando una contradicción jurídica; en concreto, es otro lavado de imagen para un Estado que poco o nada le importan las problemáticas sociales sino que el programa principal siempre resulta ser figurativo. Parecer siempre importa más que ser.
Ejemplos de montajes de distinto tipo por parte del Estado de Chile no faltan. Es por esto que cuestiono cada movimiento del organismo central chileno, ya que está lleno de relaciones cochinas -por decir lo menos- entre gerentes, hermanos de gerentes, accionistas o hijos de accionistas que son, fueron o postulan a algún cargo en la administración pública.
Al momento de estudiar el cause de un conflicto en Chile se debe partir, a mi juicio, desde la duda respecto de las acciones del Estado. Más que a nivel teórico, en la práctica se demuestra que la confiabilidad en los personeros de un organismo mentiroso y manipulador no debe presumirse. Si alguien está pensando en enterarse más sobre lo que acontece en Chile, le aconsejo considerar esta columna. Partir de la base de que el conjunto de la sociedad es víctima constante de la entrega de una información digerida es necesario para cualquier análisis serio. Y ésto es sólo la punta del iceberg.
Esto, más que una columna de opinión, también es un llamado a potenciar a aquellos y aquellas periodistas que están realmente comprometidos y comprometidas con la verdad y con la defensa de los Derechos Humanos. Es un llamado a desbaratar las elucubraciones del aparato estatal, pues está en nuestras propias manos el informar, el crear conciencia. Depende de nosotros y nosotras ser parte de quienes luchan por una sociedad más igualitaria o subsumir nuestra existencia en los macabros planes de grupos que tienen intenciones, al menos, de dudosa calaña. Dudemos. Al menos dudemos.
Contrainfórmate.