Pestañas

septiembre 17, 2011

Sobre las categorías segregacionales en la población

Hoy conocí a un padre, que escuchaba electrónica y carreteaba en rockstar. Me sorprendió pensar que lo único que me hacía cuestionar su sexualidad era su hijo, su anterior conquista, su penetración, dónde la hacía. Creo que esas mezclas posmodernas, donde las clases marxistas se diluyen en algo que realmente nos agrupa de otra forma se hace cada vez más patentes en mi propia realidad, a medida que voy adentrandome en esos recovecos de la sociedad que sólo se viven, no se leen.

Hace un rato pensaba, a raíz de un comentario que hizo un compañero de carrete, que usualmente no alcanzamos a captar diferencias poblacionales que nos son completamente ajenas a nuestra realidad. A la tuya, quizás. Si me estás leyendo será así. Estoy seguro. Nunca había pensado en que lo único que podía dividir un territorio de otro era la espacialidad geográfica, arquitectónica, incluso a nivel de organización social. Hoy acabo de imaginarme una distinta categoría de división: la pertenencia a tal o cual barra.

Nunca había imaginado que en Santa Sabina, una población aledaña a la mia, podría estar tan cruzada por los equipos de fútbol. Me sorprendió, también, que la barra brava cruazara espacios más allá de la cancha, más allá del estadio. En un territorio, en una pobla, el equipo al que pertenezcas demarca tu zona de acción, tu espectro geográfico de movimiento. Insisto, es una categoría de segregación que es olvidada por los investigadores e investigadoras de barras bravas, que limitan su acción a circunstancias, eventualidades y espacialidades más rigidas que algunos militantes clásicos. Más aún, es toda una reflexión que mis vecinos, muchos de mis amigos, compañeros y profesores no hacen.

Quién pensó, aparte de mi, que el fenómeno de las barras bravas se extendía hacia el territorio, en la población, en un pasaje, en una calle. Quién lo pensó, porque yo no. Acabo de descubrir un nicho importantísimo en el trabajo de los antropólogos, sociólogos y periodistas. Incluso de profesores de educación física. Espero lo aprovechen, que es una idea que me parece digna de explotar. No porque sea mia, porque no traigo conmigo el orgullo de sociólogo. Lo aborrezco.

Un abrazo pa todxs, y por favor, sigan mi ejemplo, fumense un porro y tómense un ponche, que reflexiones como ésta sólo se dan en unas fondas, peñas o carretes con un sentido nuevo: la anarkía relacional.

Me detendré.

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