Era un 2012 asqueroso. Arrastraba conmigo lo peor de mis días, puras decepciones y desencuentros, lejanías y odios que me pesaron mucho después de tu partida, de mi quiebre, de mi error.
Venía de haber pensado vivir en Santiago, de haber pasado unos meses en el descontrol, en lo más oscuro de mi devenir. Venía de quebrar mis relaciones, de quebrar todo en la búsqueda de mi independencia, de buscarme y terminar perdiéndome. Venía de estar completamente amarillo. Entre medio de eso te agregué a Skype. Y no nos detuvimos más.
Aún guardo muchas conversaciones, muchas sensaciones, aún atesoro las tantas declaraciones que me pillan de vez en cuando midiendo con eso lo que espero de quien te suceda.
Fui tan weta.
Domestícame. Eso te pedí, y supiste hacerlo entre nubes de algodón de una melosidad casi irreconocible, porque nunca fue realmente meloso. Era amor, con todas sus letras. Nos encantábamos. Mirarte era de otro mundo, era encontrarme perdido en tu alma que resonaba fuerte con la mía. Domestícame, te dije, y nos contamos cuentos, nos dedicamos canciones, nos esperábamos para escucharnos, para conversarnos el día, para sentirnos presentes. La magia de saber que lo que llevo en la mano fue también un símbolo para ti. La magia de creer -¿o saber?- que todas nuestras decisiones nos habían llevado a estar ahí, virtualmente conectados y enamorándonos perdidamente del otro.
Y te dije que no podía. Que no entendía. Que nos detuviésemos porque sentía crecer en mí un sentimiento que no sabía si podría aguantar., que ya lo había vivido antes y sabía cómo terminaba. Y tú, hermoso tú, luminoso tú, pura esperanza. Tú, por primera vez, TÚ.
I'll help you see it through 'cause I just really want to be with you
Las ganas de besarte, de encontrarme con tu cuerpo, de fundirme en tus brazos eran infinitas, y no iba a dejar que ésto se volviera igual de virtual que mis miedos. Cumplí años y viajé, viajé a verte, viajé a besarte, viajé a estar presente, a decirte que arriesgaba todo. Viajé y nos convertimos en esas personas que se miran el alma, que se encuentran antes de tocarse, de esas personas que uno envidia, que de tanto amor contagian. Cocinar contigo, caminar contigo, cantar contigo, conocerte más, descubrirte, recorrerte, tenerte encima y entibiarme con tu suspiro en éxtasis. Me tenías completo, pleno, dócil por puro amor, rebelde por puro amor.
Viniste tú. Me encontraste tú. Caminamos, conociste mi pieza, ¿recuerdas las puertas de mi clóset?. Y los recuerdos se acumulan: El chaleco que me regalaste, el llavero, Jake, el café. Tus dibujos, tus declaraciones en papel que aún conservo. Lo mejor de ese año fuiste tú, de seguro. Así te recuerdo. ¿Recuerdas que fuimos arena y viento? ¿Recuerdas, como yo?
Falafel.
Pero no podía más. Tres regiones de diferencia pesan, tarde o temprano. Tus ganas de besar otros labios, de conocer otros cuerpos, legítimas ganas de conocerte a ti mismo en este nuevo momento de tu vida no podían incluirme. Y lo entendí completamente. No podía hacer otra cosa que dejarte ir, que amarte libre. Verte feliz, esa era mi misión, ¿recuerdas?. Y llegó un nuevo año, sin un nosotros que pronunciar.
28 de enero, 2013
"Siempre me va a seguir importando lo que te pase"
11 de febrero, 2013
"Sigues siendo parte importante de mi :)"
No aguanté más. La posibilidad de vivir en Santiago, cerca tuyo, cada vez más cerca, me alentó a buscarte, a creer que los catorces de febrero son mágicos, que pueden resultar cosas hermosas si la intención se alinea con el cosmos, si de verdad creemos que podemos urdir un cuento donde nosotros le ponemos el final. Y fui, te busqué, y te encontré, y nos vimos. El globo, ese maldito globo que aún conservo junto a mi postulación a ese magister maldito. Ese carrete.
Ese carrete merece un capítulo por sí sólo.
¿Recuerdas lo mucho que deseábamos bailar juntos?
¿Recuerdas lo mucho que deseábamos encontrarnos las miradas?
¿Recuerdas lo mucho que nos deseábamos?
¿Lo recuerdas como yo?
Y de aquí todo en picada.
Te amaba. Por favor, créeme. Te amaba con toda mi existencia, aunque nunca te lo haya dicho.
Te amaba y cuando supe que nada de mis planes tenía un buen final...
Cuando supe eso me perdí...
Y quise destruir todo...
No entendí...
Cómo...
Pero lo hice...
Te destruí.
Era Abril y te destruí.
Y
me
pesa
tanto
tanto
tanto.
TANTO.
En mi pega, un niño cita a Hora de Aventura.
Me faltaron tantas canciones que dedicarte.
Leerte era morir.
Las noches eran mares. Sólo desesperanza.
Era Agosto y aún me ponía nervioso pensando en tí.
Mandé a hacer una polera para ti. Nunca te la envié, no pude. No pude. No sabía nada.
Te buscaba en blogs, en fotos, en recuerdos virtuales. Te leía una y otra vez. Me preguntaba cómo podía haber sido tan imbécil. Me preguntaba una y otra vez por qué, qué mierda me pasaba en la mente. Me preguntaba, y la única respuesta era terrible. Se me hace un nudo en la garganta recordarlo. Tuve ganas de hablarte cuando mi mamá recayó al hospital. Tuve ganas de hablarte tantas veces. Pero no pude. No pude. Seguí escribiendo, como narrándote mi vida. Explicándome y convenciéndome de que no era una mala persona. Pero me costaba tanto creerlo.
Intenté tener otras relaciones, pero todos se daban cuenta de que tenía algo pendiente. Esperaba tanto que fueras todo lo feliz que no pudiste ser conmigo...
Y pasó un año.
Tanto cambia en un año.
Imagina cuánto en dos.
Y en tres.
¿Supiste que viví en Valparaíso? Como queriendo cruzarme contigo. Fui a buscarme, a recoger mis pedazos. Me busqué en los miradores, en el puerto, me busqué en la costa. Me busqué en el metro y todo su recorrido. Me busqué en los cerros. Me busqué, y me costó, pero me encontré.
De a poco.
Muy de a poco...
Muy, muy de a poco volví a rimar.
Volví a rimar.
Después de cinco años, lo último que escribí en Jake es lo último que dejo en esta entrada. Me ha costado tanto, Jaime. Y es que te amé con todo lo que tengo. Somos otros ahora, pero te guardo como el recuerdo más cálido de todos. Espero, con todo el corazón, que seas feliz y lo más luminoso siempre te acompañe, incluso en la noche más oscura. Espero que rías con la guata, que llores con el alma, que estés viviendo la vida como mereces: Plenamente.
Te debo un perdóname.
Eso sí que lo sé.
Lo que no sé, es si
lo quieres escuchar.
Pero por si quieres,
por si alguna parte de ti lo necesita,
de verdad, desde muy dentro de mí,
Jaime,
PERDÓNAME.