El viento me acarició la oreja,
los perros ladraron suavemente lo que salió de tu boca,
el mar seguía sonando estruendosamente tranquilo,
la tierra era ya barro en mis manos,
el calor de tu aliento entibió mis piernas frías,
el vibrar de tus palabras remecieron la vereda de nuestros pasos,
y seguimos caminando.
los perros ladraron suavemente lo que salió de tu boca,
el mar seguía sonando estruendosamente tranquilo,
la tierra era ya barro en mis manos,
el calor de tu aliento entibió mis piernas frías,
el vibrar de tus palabras remecieron la vereda de nuestros pasos,
y seguimos caminando.