Una vez más se difunden en la red imágenes exhuberantes sobre el nuevo caso que expone al escenario público las prácticas sexuales de menores de edad del Chile de hoy. Esta vez, ocho años después del último caso, podemos ver en concreto que nuestros esfuerzos por generar una sociedad más consciente, preventiva y cuidadosa han fallado. Cabe preguntarse por qué.
Para responder a esta pregunta, es urgentemente necesario analizar con ojo crítico el hecho que remece los "sentidos comunes" en materia de educación sexual: Un video de alto contenido sexual viral, en donde varios niños mantienen relaciones sexuales sin protección, con una niña que expone su incomodidad tanto por el exceso de grabación como por una eyaculación no consentida. Vamos desgranando el choclo.
Un video de alto contenido sexual viral
Últimamente, las plataformas virtuales de internet ofrecen la posibilidad de que la vida de personas y personajes puede ser documentada tanto para el entretenimiento de una audiencia como para fines más filantrópicos. El espectro de cobertura virtual es inimaginable y ha penetrado en todas las áreas de la vida. Y las opciones son muchas. En algún punto, la sensación de escenario se apodera de los usuarios y comienzan a relatar su existencia por medio de estas redes sociales, las cuales les entregan la validación que en una realidad llena de prejuicios y violencia no pueden encontrar. Aunque esto puede sonar inofensivo, lo cierto es que esos prejuicios y violencia se exacerban en tanto en el entorno online el anonimato está asegurado y la impunidad es pan de cada día. Apps como Snapchat permiten documentar aquellos momentos triviales que no valen la pena colocar en un video de YouTube, y Twitter se ha convertido en el creador de tendencias poco informativas, grandes rumores y ha generado una oleada de fandoms a ratos nocivos y agresivos. La libertad con la cual podemos expresar nuestra opinión en internet es abrumante. Y las consecuencias de una pobre educación e información no se dejan esperar.
Creer que podemos grabar un video en un contexto íntimo requiere la inhabilidad de comprender que el contexto es en efecto íntimo. La presencia de una cámara genera la sensación de audiencia, por tanto el espectáculo se sabe será no sólo para quienes participen del hecho, sino para todo quien llegue a tener el archivo. Si bien esta práctica puede avivar la vida sexual de una pareja (o grupo) que, colectivamente, consiente el almacenamiento privado de la cinta, de nuevo esto requiere la comprensión de que el contexto es íntimo. ¿Es malo grabarse? No. ¿Está mal difundirlo sin autorización para que todo el mundo lo vea? Si. Si no se comprende esto, la búsqueda de validación como hombres potentes, penetradores y activos sexualmente pudo haber sido una de las motivaciones y la internet está ahí ofreciendo la posibilidad de hacerlo. Y apunto a los chicos ya que la masculinidad es mucho más frágil que la feminidad, por tanto no extrañaría saber que en un intento por demostrar hombría, estos niños difundieron el video. Y es cosa de ver los comentarios en internet para darse cuenta de que el castigo social recae en Fifi, no en ellos. Ellos quedan como hombres, como ganadores, como premiados por la demostración de tales actos de hombría. Porque ser hombre es dominar, es blandir el pene al público sin vergüenza, es eyacular sobre una mujer, es no darle importancia a la intimidad ni al consentimiento. Al menos esa parece ser la idea de estos niños.
Cuando la experiencia sexual se descentra del individuo y se convierte en constante show virtual para un público ávido de opinar negativamente sobre el prejuicio de moda, toda la ignorancia y desinformación con la que estos jóvenes actúan se convierte en una bomba de tiempo. ¿Consecuencias? Un video viral de alto contenido sexual gracias a la, probablemente, nula presencia de adultos que eduquen y compartan información para vivir una sexualidad sana y segura, lo cual es nuestro siguiente punto.
Niños manteniendo relaciones sexuales sin protección
Por mucho que el intento de darse validez como hombres haya funcionado (tristemente funciona, ya que ante los ojos del público ellos ya son hombres validados), siguen siendo niños. Niños que son incapaces de dimensionar el daño que han causado a la imagen y autoestima de una niña que accede a participar de estos juegos sexuales.
Y aquí el error está en todos quienes participaron: El uso de protección parece no ser importante, no tener un rol en sus prácticas, no existir dentro de las precausiones, no importar de ninguna forma. Esto habla de lo increíblemente vagas que son las ideas de riesgo asociadas al sexo, por no decir nulas. Es claro, y me permito aventurarme a decirlo, que ninguno de los personajes que participan en este video tiene idea clara de lo que es o cómo se transmite la sífilis, los herpes genitales, mucho menos el SIDA. Definitivamente no creo que sepan lo peligroso que sería contraer algún tipo de infección. Claramente a ninguno de los chicos o la chica les parece riesgoso acercarse a la posibilidad de un embarazo, probablemente no tengan idea de que aún sin eyacular es posible fecundar. ¿Habla de ellos como habla de su educación? ¿Habla de ellos como habla de sus padres y madres? ¿Habla de ellos como habla del sistema educacional chileno?.
La falta de programas de educación sexual serios, claros, cercanos, comprensivos y comprensibles es una gran falla del sistema educacional chileno. Si, hay manuales aprobados por el Ministerio de Educación, pero no grafican ni de cerca ni menos aúnan conceptos en torno a la vivencia de la sexualidad juvenil. Se ha hecho incapié en lo importante que es informar desde una perspectiva realista donde se tome en cuenta que la edad promedio de inicio de la actividad sexual es a los 14 años, que el índice de embarazo adolescente sigue subiendo, entre otros hechos (no ideas, no imaginaciones, hechos) que dibujan un triste panorama en materia de compromiso real con la educación sexual de los niños y niñas de nuestro país. Pero se prefiere ocultar, esconder, disfrazar y omitir la realidad. Del aborto no se habla, del sexo no se habla, de la homosexualidad no se habla, de la transexualidad no se habla. Tenemos hace menos de 5 años leyes contra la discriminación, pero programas educativos ni siquiera se contemplan en términos presupuestarios. Estamos fallando, y estos videos son la consecuencia.
Una niña que expone su incomodidad
Hagámonos una pregunta honesta: ¿Sabemos si algún niño eyaculó o tuvo un orgasmo durante el video? Si. ¿Sabemos si la niña los disfrutó al menos? No. ¿Tuvo un orgasmo? No.
La gran industria del porno juega un cierto rol en este punto. En general la industria del contenido sexual audiovisual, no necesariamente el porno. Una vasta cantidad de publicidad se construye a partir de la idea de que quienes tienen el poder adquisitivo son hombres: Las cervezas, los autos, la ropa, los perfumes, también el porno. Mujeres desnudas, mujeres objeto, mujeres a disposición, mujeres puestas y dispuestas para el consumo masculino. Y esto inunda nuestro "sentido común", y la mujer se convierte en un "algo", en una "cosa" que nos entrega placer, nos hace la comida, nos cría al hijo o la hija, nos valida como hombres frente a los amigos, la familia. Y así traspasamos este sentido común a los hombres jóvenes, y así cuando deciden grabar un video, lo último que importa es el placer de la mujer. Lo último que importa es su incomodidad, su voz, su expresión de desagrado.
Fifi pregunta si pueden dejar de grabar. Nadie le hace caso.
Fifi pregunta por qué la eyaculación sin aviso o consentimiento. No hay respuesta.
A nadie le importa.
Y finalmente cabe preguntarnos, ¿por qué el video se llama "Fifi" y no "Alejandro" o "Fernando" o "Roberto"? Porque da igual, porque son anónimos incluso mostrando su cara, porque da igual quienes sean ellos. Lo que interesa es ella, es su (in)disposición, es su humillación. Es ella la puta, es ella la fácil, es ella el centro de atención. Ellos ya ganaron. Ya los dejamos ganar. Como sociedad estamos perdiendo la batalla contra una sexualidad creciente y disponible para nuestros menores de edad. Estamos perdiendo por pacatos, por miedosos, por incosecuentes, por avejentados.
Esperemos que la ley haga su trabajo tanto en este caso como en las otras situaciones que aquejan al Chile. Esperemos, también, que se legisle en educación y se generen obligaciones en torno a la inclusión en los programas escolares de una educación sexual seria, comprometida con el sano desarrollo y el libre flujo de información y la promoción de una cultura preventiva. Necesitamos que así sea para asegurar que los próximos videos íntimos sean eso: Videos íntimos. Necesitamos hacer entender a las nuevas generaciones de hombres que no está mal tener sexo, pero está mal no buscar el consentimiento; que no está mal disfrutar de nuestra sexualidad siempre y cuando nos protegamos de infecciones y embarazos no deseados; que está bien darle rienda suelta a los deseos siempre y cuando sepamos cómo poner en práctica esos deseos de manera segura.
Como adultos, debemos entender que la sexualidad no es algo que está ajeno a la realidad de niños y niñas. La sexualidad está expresada de diversas formas en todos lados a nuestro alrededor. Es nuestro deber como entes pensantes, críticos y como ejemplo para ellos y ellas, educar en responsabilidad. No podemos esperar hasta los 18 años, porque quizás a esa edad tengan más que ilustrarnos que lo que podamos decirles nosotros. Lo malo es que nos arriesgamos, como cuidadores, a la posibilidad de que la información que manejen sea errónea, mal concebida, mal conducente y peligrosa. Adelantémonos a esto y cuidemos a nuestros jóvenes. Exijamos acciones concretas en materia política y entendamos que la política también esta en nuestras casas y en nuestras relaciones. Generemos actitudes nuevas, conversemos en la mesa de sexo, debatamos, informemos, repartamos y compartamos conocimiento, cuidemos nuestro humor y dejemos de perpetuar estereotipos nocivos. Es la única forma que tendremos por lo pronto para asegurarnos de que las próximas generaciones no permitan que Natys o Fifis salgan perjudicadas y se conviertan en condenadas y castigadas víctimas por explorar su sexualidad.