Pestañas

abril 07, 2015

Fifi, la nueva Wena Naty: ¿Qué aprendimos?

Una vez más se difunden en la red imágenes exhuberantes sobre el nuevo caso que expone al escenario público las prácticas sexuales de menores de edad del Chile de hoy. Esta vez, ocho años después del último caso, podemos ver en concreto que nuestros esfuerzos por generar una sociedad más consciente, preventiva y cuidadosa han fallado. Cabe preguntarse por qué.

Para responder a esta pregunta, es urgentemente necesario analizar con ojo crítico el hecho que remece los "sentidos comunes" en materia de educación sexual: Un video de alto contenido sexual viral, en donde varios niños mantienen relaciones sexuales sin protección, con una niña que expone su incomodidad tanto por el exceso de grabación como por una eyaculación no consentida. Vamos desgranando el choclo.

Un video de alto contenido sexual viral

Últimamente, las plataformas virtuales de internet ofrecen la posibilidad de que la vida de personas y personajes puede ser documentada tanto para el entretenimiento de una audiencia como para fines más filantrópicos. El espectro de cobertura virtual es inimaginable y ha penetrado en todas las áreas de la vida. Y las opciones son muchas. En algún punto, la sensación de escenario se apodera de los usuarios y comienzan a relatar su existencia por medio de estas redes sociales, las cuales les entregan la validación que en una realidad llena de prejuicios y violencia no pueden encontrar. Aunque esto puede sonar inofensivo, lo cierto es que esos prejuicios y violencia se exacerban en tanto en el entorno online el anonimato está asegurado y la impunidad es pan de cada día. Apps como Snapchat permiten documentar aquellos momentos triviales que no valen la pena colocar en un video de YouTube, y Twitter se ha convertido en el creador de tendencias poco informativas, grandes rumores y ha generado una oleada de fandoms a ratos nocivos y agresivos. La libertad con la cual podemos expresar nuestra opinión en internet es abrumante. Y las consecuencias de una pobre educación e información no se dejan esperar.

Creer que podemos grabar un video en un contexto íntimo requiere la inhabilidad de comprender que el contexto es en efecto íntimo. La presencia de una cámara genera la sensación de audiencia, por tanto el espectáculo se sabe será no sólo para quienes participen del hecho, sino para todo quien llegue a tener el archivo. Si bien esta práctica puede avivar la vida sexual de una pareja (o grupo) que, colectivamente, consiente el almacenamiento privado de la cinta, de nuevo esto requiere la comprensión de que el contexto es íntimo. ¿Es malo grabarse? No. ¿Está mal difundirlo sin autorización para que todo el mundo lo vea? Si. Si no se comprende esto, la búsqueda de validación como hombres potentes, penetradores y activos sexualmente pudo haber sido una de las motivaciones y la internet está ahí ofreciendo la posibilidad de hacerlo. Y apunto a los chicos ya que la masculinidad es mucho más frágil que la feminidad, por tanto no extrañaría saber que en un intento por demostrar hombría, estos niños difundieron el video. Y es cosa de ver los comentarios en internet para darse cuenta de que el castigo social recae en Fifi, no en ellos. Ellos quedan como hombres, como ganadores, como premiados por la demostración de tales actos de hombría. Porque ser hombre es dominar, es blandir el pene al público sin vergüenza, es eyacular sobre una mujer, es no darle importancia a la intimidad ni al consentimiento. Al menos esa parece ser la idea de estos niños.

Cuando la experiencia sexual se descentra del individuo y se convierte en constante show virtual para un público ávido de opinar negativamente sobre el prejuicio de moda, toda la ignorancia y desinformación con la que estos jóvenes actúan se convierte en una bomba de tiempo. ¿Consecuencias? Un video viral de alto contenido sexual gracias a la, probablemente, nula presencia de adultos que eduquen y compartan información para vivir una sexualidad sana y segura, lo cual es nuestro siguiente punto.

Niños manteniendo relaciones sexuales sin protección

Por mucho que el intento de darse validez como hombres haya funcionado (tristemente funciona, ya que ante los ojos del público ellos ya son hombres validados), siguen siendo niños. Niños que son incapaces de dimensionar el daño que han causado a la imagen y autoestima de una niña que accede a participar de estos juegos sexuales.

Y aquí el error está en todos quienes participaron: El uso de protección parece no ser importante, no tener un rol en sus prácticas, no existir dentro de las precausiones, no importar de ninguna forma. Esto habla de lo increíblemente vagas que son las ideas de riesgo asociadas al sexo, por no decir nulas. Es claro, y me permito aventurarme a decirlo, que ninguno de los personajes que participan en este video tiene idea clara de lo que es o cómo se transmite la sífilis, los herpes genitales, mucho menos el SIDA. Definitivamente no creo que sepan lo peligroso que sería contraer algún tipo de infección. Claramente a ninguno de los chicos o la chica les parece riesgoso acercarse a la posibilidad de un embarazo, probablemente no tengan idea de que aún sin eyacular es posible fecundar. ¿Habla de ellos como habla de su educación? ¿Habla de ellos como habla de sus padres y madres? ¿Habla de ellos como habla del sistema educacional chileno?.

La falta de programas de educación sexual serios, claros, cercanos, comprensivos y comprensibles es una gran falla del sistema educacional chileno. Si, hay manuales aprobados por el Ministerio de Educación, pero no grafican ni de cerca ni menos aúnan conceptos en torno a la vivencia de la sexualidad juvenil. Se ha hecho incapié en lo importante que es informar desde una perspectiva realista donde se tome en cuenta que la edad promedio de inicio de la actividad sexual es a los 14 años, que el índice de embarazo adolescente sigue subiendo, entre otros hechos (no ideas, no imaginaciones, hechos) que dibujan un triste panorama en materia de compromiso real con la educación sexual de los niños y niñas de nuestro país. Pero se prefiere ocultar, esconder, disfrazar y omitir la realidad. Del aborto no se habla, del sexo no se habla, de la homosexualidad no se habla, de la transexualidad no se habla. Tenemos hace menos de 5 años leyes contra la discriminación, pero programas educativos ni siquiera se contemplan en términos presupuestarios. Estamos fallando, y estos videos son la consecuencia.

Una niña que expone su incomodidad

Hagámonos una pregunta honesta: ¿Sabemos si algún niño eyaculó o tuvo un orgasmo durante el video? Si. ¿Sabemos si la niña los disfrutó al menos? No. ¿Tuvo un orgasmo? No.

La gran industria del porno juega un cierto rol en este punto. En general la industria del contenido sexual audiovisual, no necesariamente el porno. Una vasta cantidad de publicidad se construye a partir de la idea de que quienes tienen el poder adquisitivo son hombres: Las cervezas, los autos, la ropa, los perfumes, también el porno. Mujeres desnudas, mujeres objeto, mujeres a disposición, mujeres puestas y dispuestas para el consumo masculino. Y esto inunda nuestro "sentido común", y la mujer se convierte en un "algo", en una "cosa" que nos entrega placer, nos hace la comida, nos cría al hijo o la hija, nos valida como hombres frente a los amigos, la familia. Y así traspasamos este sentido común a los hombres jóvenes, y así cuando deciden grabar un video, lo último que importa es el placer de la mujer. Lo último que importa es su incomodidad, su voz, su expresión de desagrado.

Fifi pregunta si pueden dejar de grabar. Nadie le hace caso.

Fifi pregunta por qué la eyaculación sin aviso o consentimiento. No hay respuesta.

A nadie le importa.

Y finalmente cabe preguntarnos, ¿por qué el video se llama "Fifi" y no "Alejandro" o "Fernando" o "Roberto"? Porque da igual, porque son anónimos incluso mostrando su cara, porque da igual quienes sean ellos. Lo que interesa es ella, es su (in)disposición, es su humillación. Es ella la puta, es ella la fácil, es ella el centro de atención. Ellos ya ganaron. Ya los dejamos ganar. Como sociedad estamos perdiendo la batalla contra una sexualidad creciente y disponible para nuestros menores de edad. Estamos perdiendo por pacatos, por miedosos, por incosecuentes, por avejentados.

Esperemos que la ley haga su trabajo tanto en este caso como en las otras situaciones que aquejan al Chile. Esperemos, también, que se legisle en educación y se generen obligaciones en torno a la inclusión en los programas escolares de una educación sexual seria, comprometida con el sano desarrollo y el libre flujo de información y la promoción de una cultura preventiva. Necesitamos que así sea para asegurar que los próximos videos íntimos sean eso: Videos íntimos. Necesitamos hacer entender a las nuevas generaciones de hombres que no está mal tener sexo, pero está mal no buscar el consentimiento; que no está mal disfrutar de nuestra sexualidad siempre y cuando nos protegamos de infecciones y embarazos no deseados; que está bien darle rienda suelta a los deseos siempre y cuando sepamos cómo poner en práctica esos deseos de manera segura.

Como adultos, debemos entender que la sexualidad no es algo que está ajeno a la realidad de niños y niñas. La sexualidad está expresada de diversas formas en todos lados a nuestro alrededor. Es nuestro deber como entes pensantes, críticos y como ejemplo para ellos y ellas, educar en responsabilidad. No podemos esperar hasta los 18 años, porque quizás a esa edad tengan más que ilustrarnos que lo que podamos decirles nosotros. Lo malo es que nos arriesgamos, como cuidadores, a la posibilidad de que la información que manejen sea errónea, mal concebida, mal conducente y peligrosa. Adelantémonos a esto y cuidemos a nuestros jóvenes. Exijamos acciones concretas en materia política y entendamos que la política también esta en nuestras casas y en nuestras relaciones. Generemos actitudes nuevas, conversemos en la mesa de sexo, debatamos, informemos, repartamos y compartamos conocimiento, cuidemos nuestro humor y dejemos de perpetuar estereotipos nocivos. Es la única forma que tendremos por lo pronto para asegurarnos de que las próximas generaciones no permitan que Natys o Fifis salgan perjudicadas y se conviertan en condenadas y castigadas víctimas por explorar su sexualidad.

enero 04, 2015

2015: El año del intento


Empezó el 2015 y con él empezaron varias cosas, cambiaron otras y el camino se ha ido despejando de a poco. No sé cómo terminaré este año, pero de seguro lo empecé con ganas de que mi realidad cambie. Y lucho por ello día a día.

Puede que este blog no tenga un curso específico, no está demarcado su devenir o su propósito. La verdad es que mi vida tampoco lo tiene. La gente dice que a cierta edad uno debería ya saber qué quiere hacer de su vida, pero tengo 25 y aún siento que tengo demasiadas posibilidades que explorar. Quizás es algo de mi generación, ya que tenemos tantas cosas por conocer, estamos invadidos de tantos estímulos, hay tanta información recorriendo esta cosa llamada internet que si a los 17 no sabes qué carrera estudiar te comprendo completamente.

Y es que no es fácil, no es para nada fácil es un mundo en donde las posibilidades son literalmente infinitas. Digo posibilidades, porque ese cuento de que las oportunidades están para todos es una mentira feroz, un raspado de olla ideológico. Dejaré para otro día el tema de la meritocracia, porque hoy me quiero enfocar en otras cosas. Y, de nuevo, nótese que tampoco tengo muy claro hacia dónde va esta columna. Porque si, en este momento en Chile la indignación crece (tanto o más que las posibilidades de exploración de las que hablaba), pero también nos recorre una sensación lastimera y nostálgica pues luego de las manifestaciones sociales del 2011 y la triste idea de que nada ha cambiado en realidad, para lo que nos alcanza es para la indignación twittera. No digo que esto sea algo bueno, sólo digo que lo comprendo. Lamentablemente la idea de que nada ha cambiado es sólo eso: Una idea.

Entró el 2015 y el caso del financiamiento ilegal por parte de Penta está en boca de todos -o al menos debería. La absolución de Larraincito también es algo que quedó en la retina de toda la ciudadanía. La dimisión de Helia Molina por decir la cruda verdad fue apoyada por varios testimonios de aborto en clínicas cuicas, muy lejos del mito urbano. ¿Y en qué estamos los espectadores de tal tragicómica realidad? ¿Sentados en nuestras butacas viendo como todo pasa y actualizando nuestros estados de facebook, indignados, enojados, decepcionados?


Para mi este año viene con fuerza y dejó atrás un 2014 de limpiezas. Lo tóxico, lo dramático, lo que me anclaba a malos estados o complicaciones innecesarias lo dejé allá. Allá también quedó esa sensación de que nada ha cambiado, porque me cambié de ciudad y mi contexto con ello dio un vuelco. Así, las cosas que me indignan no puedo dejarlas pasar, no pueden pasar desapercibidas y es necesario unir fuerzas con aquellas personas que nos sentimos molestos por los hechos que acontecen en nuestro país para mostrar nuestro descontento. Quizás no podemos cambiar las leyes, pero podemos exigir que las cambien. Quizás no podemos despedir a ningún político, pero podemos exigir su dimisión. Quizás no podemos fiscalizar que las empresas aporten dineros ilegales a próximas campañas, pero podemos poner ojo para que al momento de votar en las próximas elecciones esta gente no se vea beneficiada por nuestra raya en su papel. Porque no se trata de quedarse de brazos cruzados, sino de incidir en la realidad de nuestro país tal cual como lo hacemos en nuestra vida propia.


Este 2015 no estoy dispuesto a aguantarle nada a nadie. El que la hace la paga, y eso no es ser mala persona o buscar la venganza, es respetarse lo suficiente como para ignorar a quien se lo merezca y decirle las cosas a la cara a quien le haga falta. Si es necesario salir a la calle para que nos oigan, ¡ya lo hemos hecho antes! ¡ya salimos, gritamos, prendimos barricadas y declaramos en los medios! ¿nos detendremos ahora? Yo no, ni en lo público ni en lo privado, porque este nuevo año buscaré y encontraré. Y si no, me dará tranquilidad saber que lo he intentado.

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