Hay una cosa en esto, el mundo de las relaciones sentimentales, que me llama mucho la atención y me alegra bastante, la verdad. Me alegra cuando lo sé, pero también me alegra que suceda. Hablo de la vara que dejamos -y dejan- cuando se termina una relación.
Cuando estamos en búsqueda de ese alguien especial siempre tenemos ciertas expectativas, queramos o no. A pesar de que muchos y muchas lo nieguen, nuestro acercamiento al mundo es narrativo, es decir, intentamos comprender una realidad compleja y sobrecogedora desgranando sus pedazos y convirtiéndo todo lo que nos rodea en parte de una historia, nuestra historia, donde nosotros somos los protagonistas y los demás alimentan el argumento central de nuestra película, el cual siempre es el encuentro con nuestros sueños, la felicidad y el amor. Si alguien quiere cuestionar esto, por favor, comente y que se abra el debate.
Retomando, estas expectativas se arman desde que somos pequeños. Siempre, y por refuerzo constante, se nos está imponiendo una presentación de belleza muy occidental. A veces somos capaces de entender que hay otros tipos de belleza, o incluso que la belleza no se encuentra necesariamente en lo que se ve. De cualquier manera, en nuestras relaciones siempre podremos encontrar rasgos que, de uno en otra, se repiten, ya sean formas de vestirse, formas de cara, formas de hablar, etc. Son estas expectativas las que nos llevan a mirar ciertas cosas y a pasar por alto otras: El chico con tal peinado nos parece atractivo, la mujer con esa mirada nos cautiva, el niño con aquella sonrisa nos deja pensando, la chica con esa actitud nos absorve, etc. Los ojos son nuestra herramienta principal en el arte de la discriminación en esta búsqueda. El físico innegablemente atrae, pero no basta con ello.
Como ya he dicho, hay patrones en nuestras elecciones, pero, más importante aún, luego de cada elección hay elementos que se añaden y se eliminan. Es así que si lo que tienen en común nuestros ex es un tipo de personalidad en específico, la próxima persona que aparezca tenderá a expresarse ligeramente parecido. Sobretodo si los recuerdos con nuestros ex son especiales y de una calidad muy alta, lo que buscaremos será algo similar a aquello que nos provocó tantas sensaciones en un principio. Puede que incluso nuestro ex no haya conocido algún gusto de nosotros, pero nos dimos el tiempo de enseñarle el camino a nuestro corazón y fue algo que no repetiríamos pues, si bien es algo que podríamos hacer y generaría un lazo más fuerte con este nuevo y prometedor ser, es algo que ya hicimos con otro y, a pesar de que lo neguemos, estamos esperando a alguien parecido a ese que teníamos antes de que las cosas se pusieran negras.
Y es que es verdad eso que dicen de que al final los recuerdos malos se diluyen. Las muchas tardes hermosas, las muchas palabras al oído, las muchas bromas que terminaban en besos en el suelo, las muchas noches de miradas eternas van acumulándose y levatando una vara, una medida que será difícil de superar por el próximo. Qué decir si estamos tratando de olvidar al anterior, porque si estamos intentándolo, quiere decir que algo queda, que algo falta por explotar. Peor aún, qué pasa cuando nuestras expectativas se suben sólo por el hecho de que queremos autoconvencernos de que lo estamos superando, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es impedir que un nuevo alguien entre a nuestra vida, ya que estamos atados, amarrados, encadenados a un amor anterior que simplemente no tuvo ni un buen lugar ni un buen clima para anidarse.
Y es que quizás si hubiese sido, o quizás se hubiese podido, si solamente tuvieramos la posibilidad de intentarlo una vez más... Pero no. Estamos mirando hacia adelante y lo que se viene será difícil, tomará tiempo, pero estamos preparados y queremos volver a enamorarnos. Si, tenemos nuestro maletín con los requisitos en la mano, pero estamos dispuestos a que nos sorprendan. Eso si, yo exigo ciertos elementos, porque sin ellos no concibo mi entrega. Y es esto lo lamentable de los corazones rotos: La cautela, la necesaria y terrible cautela.
De todas formas, mis requisitos no son muchos, y se han venido acumulando luego de experiencias hermosas pero fallidas. No pido mucho, solo alguien que entienda que lo escencial es invisible a los ojos, que hay belleza en los detalles, que hacerse la vida debe ser una pasión no una tortura, que creamos realidad a punta de verbos, que vale tanto una noche de brindis como una de películas y té, que los besos no se piden y que sentir amor y expresarlo nunca es algo malo. De todas formas, es el pasado el que me hace entender que todo esto es lo que quiero, y es el futuro el que me promete una vasija que lo contenga. Frente a este escenario el presente me pide paciencia, porque ya sea tarde o temprano ese alguien llegará, y probablemente no tenga nada que ver con mi pasado y me sorprenda de millones de maneras. O quizás sea alguien que ya conozco y la vida me regale una oportunidad para redescubrirnos.
Para terminar, no sé bien por qué o cómo pasó, pero en mi experiencia mis ex son grandes amigos y amigas. Sé que hay veces en que mantener relaciones con alguien de tu pasado puede ser problemático, pero en lo que respecta a mis parejas anteriores se han portado un siete y son mis grandes confidentes. Insisto, no sé por qué ha sido así, sobretodo cuando veo a gente alrededor mio que crucificaría a su pasado de la forma más cruel. Lo único que sé, es que mis relaciones anteriores me enseñaron mucho sobre lo que quiero hoy de mi y para mi. Les agradezco por ser parte de mi vida aún hoy, y no terminaré nunca de alegrarme con sus alegrías así como ellos y ellas se alegran cada vez que me ven sonreir. Son personas importantes, más que eso, especiales e indispensables. Estén cerca o no, hayan cosas que resolver o no, les deseo lo mejor.
Cuando estamos en búsqueda de ese alguien especial siempre tenemos ciertas expectativas, queramos o no. A pesar de que muchos y muchas lo nieguen, nuestro acercamiento al mundo es narrativo, es decir, intentamos comprender una realidad compleja y sobrecogedora desgranando sus pedazos y convirtiéndo todo lo que nos rodea en parte de una historia, nuestra historia, donde nosotros somos los protagonistas y los demás alimentan el argumento central de nuestra película, el cual siempre es el encuentro con nuestros sueños, la felicidad y el amor. Si alguien quiere cuestionar esto, por favor, comente y que se abra el debate.
Retomando, estas expectativas se arman desde que somos pequeños. Siempre, y por refuerzo constante, se nos está imponiendo una presentación de belleza muy occidental. A veces somos capaces de entender que hay otros tipos de belleza, o incluso que la belleza no se encuentra necesariamente en lo que se ve. De cualquier manera, en nuestras relaciones siempre podremos encontrar rasgos que, de uno en otra, se repiten, ya sean formas de vestirse, formas de cara, formas de hablar, etc. Son estas expectativas las que nos llevan a mirar ciertas cosas y a pasar por alto otras: El chico con tal peinado nos parece atractivo, la mujer con esa mirada nos cautiva, el niño con aquella sonrisa nos deja pensando, la chica con esa actitud nos absorve, etc. Los ojos son nuestra herramienta principal en el arte de la discriminación en esta búsqueda. El físico innegablemente atrae, pero no basta con ello.
Como ya he dicho, hay patrones en nuestras elecciones, pero, más importante aún, luego de cada elección hay elementos que se añaden y se eliminan. Es así que si lo que tienen en común nuestros ex es un tipo de personalidad en específico, la próxima persona que aparezca tenderá a expresarse ligeramente parecido. Sobretodo si los recuerdos con nuestros ex son especiales y de una calidad muy alta, lo que buscaremos será algo similar a aquello que nos provocó tantas sensaciones en un principio. Puede que incluso nuestro ex no haya conocido algún gusto de nosotros, pero nos dimos el tiempo de enseñarle el camino a nuestro corazón y fue algo que no repetiríamos pues, si bien es algo que podríamos hacer y generaría un lazo más fuerte con este nuevo y prometedor ser, es algo que ya hicimos con otro y, a pesar de que lo neguemos, estamos esperando a alguien parecido a ese que teníamos antes de que las cosas se pusieran negras.
Y es que es verdad eso que dicen de que al final los recuerdos malos se diluyen. Las muchas tardes hermosas, las muchas palabras al oído, las muchas bromas que terminaban en besos en el suelo, las muchas noches de miradas eternas van acumulándose y levatando una vara, una medida que será difícil de superar por el próximo. Qué decir si estamos tratando de olvidar al anterior, porque si estamos intentándolo, quiere decir que algo queda, que algo falta por explotar. Peor aún, qué pasa cuando nuestras expectativas se suben sólo por el hecho de que queremos autoconvencernos de que lo estamos superando, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es impedir que un nuevo alguien entre a nuestra vida, ya que estamos atados, amarrados, encadenados a un amor anterior que simplemente no tuvo ni un buen lugar ni un buen clima para anidarse.
Y es que quizás si hubiese sido, o quizás se hubiese podido, si solamente tuvieramos la posibilidad de intentarlo una vez más... Pero no. Estamos mirando hacia adelante y lo que se viene será difícil, tomará tiempo, pero estamos preparados y queremos volver a enamorarnos. Si, tenemos nuestro maletín con los requisitos en la mano, pero estamos dispuestos a que nos sorprendan. Eso si, yo exigo ciertos elementos, porque sin ellos no concibo mi entrega. Y es esto lo lamentable de los corazones rotos: La cautela, la necesaria y terrible cautela.
De todas formas, mis requisitos no son muchos, y se han venido acumulando luego de experiencias hermosas pero fallidas. No pido mucho, solo alguien que entienda que lo escencial es invisible a los ojos, que hay belleza en los detalles, que hacerse la vida debe ser una pasión no una tortura, que creamos realidad a punta de verbos, que vale tanto una noche de brindis como una de películas y té, que los besos no se piden y que sentir amor y expresarlo nunca es algo malo. De todas formas, es el pasado el que me hace entender que todo esto es lo que quiero, y es el futuro el que me promete una vasija que lo contenga. Frente a este escenario el presente me pide paciencia, porque ya sea tarde o temprano ese alguien llegará, y probablemente no tenga nada que ver con mi pasado y me sorprenda de millones de maneras. O quizás sea alguien que ya conozco y la vida me regale una oportunidad para redescubrirnos.
Para terminar, no sé bien por qué o cómo pasó, pero en mi experiencia mis ex son grandes amigos y amigas. Sé que hay veces en que mantener relaciones con alguien de tu pasado puede ser problemático, pero en lo que respecta a mis parejas anteriores se han portado un siete y son mis grandes confidentes. Insisto, no sé por qué ha sido así, sobretodo cuando veo a gente alrededor mio que crucificaría a su pasado de la forma más cruel. Lo único que sé, es que mis relaciones anteriores me enseñaron mucho sobre lo que quiero hoy de mi y para mi. Les agradezco por ser parte de mi vida aún hoy, y no terminaré nunca de alegrarme con sus alegrías así como ellos y ellas se alegran cada vez que me ven sonreir. Son personas importantes, más que eso, especiales e indispensables. Estén cerca o no, hayan cosas que resolver o no, les deseo lo mejor.