Los últimos acontecimientos en mi país (Chile) han sido la base de muchos y diversos tipos de accionar tanto político como social, gremial, poblacional, etc. Cada uno de ellos, y a pesar de la falla en la red comunicacional a nivel nacional, ha sido sometido al juicio social, cosa que me parece sorprendente: a veces pareciera que es más importante tener una opinión acabada que manos solidarias. Se requiere, si, conclusiones claras de lo que está pasando. No podemos simplemente vetar el análisis, pero en las realidades reales se necesitan manos sin lengua que trabajen, que ayuden a crear casas. Esto mismo, escribir en un blog me resulta irónico pues me pican las manos por ir a llenar bolsas, martillar clavos y finalmente ver una canasta familiar o una casa de emergencia donde yo ayudé. No para sentirme orgulloso de lo que puedo hacer si no sentirme feliz por esa familia que podrá disfrtar de, al menos, un techo por unos días más.
En fin. Tanta discusión política, esos dimes y diretes a los que muchos estamos acostumbrados cansan. Recién leía en Twitter lo siguiente:@biobio Presidenta Bachelet repudia saqueos y declina responder por qué no se ha reunido con la gente en Concepción http://url.ie/5acn y me parece discutible la razón de su ausencia acá. Así varias noticias más y las críticas en la prensa acerca de la mala gestión, acerca de los viajes de aquí para allá del Presidente electo, etc. Yo me pregunto la razón de todo esto, de la lentitud, de la negligencia, de la tardía respuesta de ambas partes y mis conclusiones son éstas: Por un lado el gobierno que nos deja está preocupado de mantener el balance entre una respuesta efectiva y una demora desesperante. ¿Cómo es esto posible? Se explicaría, a mi manera de ver las cosas, como un despreciable acto de lavada de manos. Me es fácil pensar que la intención es entregar un país a levantar, haciéndole la tarea más dificil al nuevo gobierno y así responsabilizándolo por eventualmente no hacerlo y dejándolo vulnerable a la crítica masiva, esa que no demora en hacer ver los errores y que castiga sin -en general- olvidar. Así podría ser factible una reelección de la concertación (si es que sigue llamándose así) para que, al menos, siga dándole estabilidad al país. Una mala evaluación de la gestión de un gobierno de derecha sería devastador para la imagen del alerón azul y pareciera que eso es lo que se busca. Por otro lado, y lo que completa el círculo vicioso es que, como Piñera aún no puede dirigir (pues ha levantado el dedo y lo han hundido por querer, ya mismo, casi tomarse el país) se le hace más cómodo observar y dejar que todo decante, pues con un país devastado las promesas de la campaña se vuelven ireemediablemente incumplibles, o al menos en su gran mayoría podrían ser borradas del menú del año. Sumado a la baja en el tesoro nacional se convierten en dos grandes excusas para desechar el programa propuesto y meternos el dedo en la boca con leyes que poco y nada se discutirán en las cámaras debido a la urgencia aparente (porque los medios se ocupan con mucha facilidad cuando se quieren lograr algo que favorece a la casta política), etc.
Puede que todo esto sea un análisis shock-doctrinista, pero no me es tan dificil atar de esta manera los cabos. No me faltan ejemplos para mostrar lo que la gente con poder, dinero y medios de comunicación (derivado de los dos anteriores) puede hacer. No me extrañaría que así fuera. Y es que convenientemente se crea un escenario donde las manifestaciones populares de sectores clásicamente reclamadores de sus derechos se desvalorizan, se desestiman por el estado de emergencia económica, política y social en el que se encontrará Chile en unos meses más. Cuando estemos, estudiantes y profesores, manifestándonos por la Ley de Financiamiento para la Enseñanza Superior escucharemos la voz de algún ministro con lentes castigando socialmente nuestro actuar y haciéndonos mirar a quienes no se dan "el lujo" de salir a la calle pues arriesgan perder todo.
Espero que nos demos cuenta y estemos con las antenas en alto para detectar cualquier radioonda que atente contra la constitucionalidad que nos protege.