Columna para InTheClub.cl

Luego de un año intenso
en términos de movilizaciones, el 2012 empezó tímidamente. Todos
esperaban un gran levantamiento estudiantil, el contragolpe o la
continuación. Si bien los secundarios han tomado protagonismo, es
cuestionable el rumbo que se le está dando al movimiento,
principalmente porque hay dos claras y diferentes formas de
abordarlo: Los llamados al diálogo y las acciones directas. Los
emplazamientos desde la CONFECH han bajado de tono, mientras que los
liceos se toman establecimientos y amenazan con funas.
Como sea, el Movimiento
Estudiantil se logró instalar y las problemáticas planteadas
generaron un remecimiento a nivel nacional de conciencias al
cuestionar no sólo el sistema educacional, sino el económico y
político. Fue un sacudón que terminó por devolverle el pensamiento
crítico y las ganas de generar cosas a muchos y muchas. A pesar de
los intentos por despolitizar, la discusión es totalmente política
y eso es un legado fuerte y considerable.
Ese mismo espíritu ha
permeado al fin otros levantamientos. Con más o menos intensidad,
las problemáticas cotidianas se vinculan con el modelo de
organización que tiene Chile y, lo que remata todo el proceso, es
que el gobierno de Sebastián Piñera ha defraudado a muchos y
muchas, incluso votantes y simpatizantes de su proyecto. De esta
manera, valores como la autogestión, la legitimación de la
diversidad y de las acciones directas, el griterío en la calle y la
defensa de los derechos fundamentales ha llegado a implantarse en el
discurso por las libertades sexuales.
Desde principios de año,
principalmente con la muerte de Daniel Zamudio, las organizaciones de
la diversidad sexual han tenido un escenario político altamente
favorable. Es lamentable la similitud con un desierto florido, ya que
este triste acontecimiento conmovió al país entero, a pesar de que
los crímenes contra la diferencia son constantes.
Como sea que haya sido,
Chile entero necesitó sentirse más tranquilo con el tema, por lo
que desde todos los sectores posibles se escuchó el reclamo por la
inexistencia de una ley que protegiera a los y las jóvenes de
nuestro país y por la nula voluntad política de trabajar un
proyecto que dormía hace 7 años en el congreso. Fue así que el
Estado se preocupó de sacar rápidamente el texto, de cubrir con
prontitud la necesidad y, no importando la calidad de la ley,
propagandearse una vez más con un trabajo a medias. El resultado es
una vergüenza que le permite al organismo central jactarse de su
respeto a los valores de la diversidad, cuando en realidad es un
avance demasiado modesto como para celebrarlo. De hecho, aunque
responde más a un efecto mediático y a una estrategia periodística
que a la realidad concreta, los crímenes violentos contra la
población no-heterosexual parecieran haber aumentado y la ley
Antidiscriminación llega tarde, repone, no previene.
Con el tema en el tapete,
este año se realizaron dos eventos públicos que buscaban agilizar
la discusión en torno a las distintas demandas de las organizaciones
sociales por reconocimiento ante la ley del amor en todos sus
términos y la protección de la vida de los heterodoxos sexuales: El
19 de mayo se realiza la primera marcha conmemorando el Día
Internacional Contra la homo-lesbo-trans-fobia y el 28 de Junio
prescenciamos la Marcha del Orgullo Gay. Sumada a la Marcha por la
Diversidad Sexual, son tres eventos en un año, record histórico en
Chile que viene a sentenciar la politización de los movimientos
ciudadanos por las libertades sexuales.
A nivel internacional se
viene dando un proceso intenso de politización de los movimientos
sociales, de una vinculación de luchas. Entender que el modelo
educacional está vinculado con el modelo económico, que está
vinculado con el modelo político que está vinculado con el modelo
de democracia que está vinculado con el modelo de sexualidad es un
avance deslumbrante y ha alcanzado las conciencias de quienes
salieron este sábado en Santiago y en Concepción, días antes en
otros lugares del país como Iquique, Antofagasta y Valdivia.

Entender que el cómo
construimos nuestras relaciones, el como funciona nuestra
domesticidad, el como vivimos nuestra relación de pareja, como nos
referimos a nuestra sexualidad y lo que hacemos con las posibilidades
de organización en los espacios de los que disponemos, es político.
Todo lo que hacemos, decimos, creamos, desechamos y vivimos lo es.
Tanto el trabajo macropolítico como el micropolítico son
indispensables para el cambio social.
Estos elementos están
entrando de a poco a un colectivo que sólo reivindicaba el derecho a
festejar, a tener un espacio para hacerlo o a vestirse de forma
estrafalaria, y que no se relacionaba con otras esferas de la
sociedad. Este sábado la manifestación no fue una fiesta, fue una
protesta y, a mi modo de ver las cosas, es un gran paso que hay que
celebrar.
Hoy no estamos esperando
escuchar a los políticos: Queremos que nos escuchen. Queda una ley
de identidad de género; un protocolo de atención más humano para
las personas trans; la conagración de la igualdad en los libros de
derecho; una educación gratuida, de calidad, estatal, laica y no
sexista; la renacionalización de los recursos naturales, una ley de
protección animal madura y una asamblea constituyente, entre muchas
otras cosas.
Nos queda un país que
construir, pero la fuerza está y tiene color de arcoiris.
La Diversidad Sexual de Izquierda Revolucionaria es una pequeña organización que se define como su nombre lo dice: diverss, donde tenemos cabida las diferentes opciones y condiciones sexuales; de izquierda revolucionaria, porque queremos ser un espacio de ls populares y en enfrentamiento radical al sistema que nos oprime como clase, como nación de origen, como pueblos, como condición sexual.
ResponderBorrarSi ese sistema opresor es el capitalismo mundial e imperialista, la respuesta debe ser de construcción de una opción diferente, en todos los planos.
diversexir@gmail.com